X-MEN: APOCALIPSIS

DIRECCIÓN: Bryan Singer
TÍTULO ORIGINAL: X-Men: Apocalypse (2016)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Simon Kinberg
FOTOGRAFÍA: Newton Thomas Sigel
MÚSICA: John Ottman
DURACIÓN: 144 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Sobrepoblada de los personajes que hemos visto desde la primera cinta dirigida por Bryan Singer en 2000, aunque en su versión más joven, X-Men: Apocalipsis tiene en su contra una de las historias más manidas de los relatos de superhéroes: el villano cuya ambición absurda es devastar el mundo para tener poder absoluto, aunque ello signifique regir sobre las ruinas de un planeta desierto.

El personaje en este caso es En Sabah Nur (Oscar Isaac), un semidiós mutante egipcio, al que vemos en el año 3,600 antes de Cristo transfiriendo su esencia a otro cuerpo en el interior de una pirámide que viene a ser una estructura que conjuga cualidades mágicas con alta tecnología, pero es derruida desde sus cimientos, dejando a este casitodopoderoso de piel azul sepultado por siglos.

Renacido en el siglo XX, su poder asombra a varios mutantes que se unen a su causa de acabar con todo, simplemente porque sí, y sin que la tiranía naciente parezca reportarle un beneficio concreto a nadie. Aquí es donde Charles Xavier (James McAvoy), Mystique (Jennifer Lawrence) y varios jóvenes estudiantes con habilidades superiores se unen para detener a este aparente ser inmortal.

La cantidad de personajes en escena complica a los guionistas darles mayor profundidad, volviéndolos meros accesorios de las desbocadas escenas de acción hueca, sin emoción y a estas alturas sin un solo rasgo de originalidad; un auténtico retroceso en la madurez que se supone que las cintas de superhéroes han venido ganando.

Además del atractivo que ofrece el breve cameo de Wolverine (Hugh Jackman) que vincula esta cinta con X-Men Orígenes: Wolverine, quizás ésta sea una de las cintas de la franquicia que mejor muestran la distancia actoral entre Michael Fassbender –en el papel de Magneto– y el resto del joven elenco. Es él y no el mutante sepultado durante miles de años, quien muestra en un par de secuencias cómo el dolor puede transformar a un hombre bueno en alguien que oculta en lo más profundo de su ser la piedad por los otros y volverse una furia devastadora .

Ubicada en 1983, X-Men: Apocalipsis es involuntariamente irónica cuando se ve salir del cine a un grupo mutantes después de haber visto El regreso del Jedi y decir que “la tercera siempre es la peor”. Después de X-Men: Primera Generación y X-Men: Días del futuro pasado, la observación le viene perfecta  a este apocalipsis fílmico.

 
 
 
       

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