VIDA SALVAJE

DIRECCIÓN: Steve Spaz Williams
TÍTULO ORIGINAL: The wild (2006)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Mark Gibson, Philip Halprin, Ed Decter, John J. Strauss
MÚSICA: Alan Silvestri
DURACIÓN: 94 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Ah, qué necedad eso de hacer una película que parece calca de otra y luego hacer una campaña para convencer a la gente de que está equivocada. Y es que el nuevo estreno de los estudios Disney, Vida salvaje, tiene un terco parecido con Madagascar, la producción que DreamWorks puso en las salas de cine apenas en 2005, sólo que con leves matices y una gran ausencia: los pingüinos que orquestaban las partes más graciosas del filme.

Por eso, Vida salvaje cumple a medias, entreteniendo a los más pequeños y aburriendo a los mayores, que en su mayoría, me atrevo a decirlo, podrán pensar justificadamente que esta película ya la vieron.

El origen del conflicto en ambas cintas es la fuga de un grupo de animales del zoológico de Nueva York; en los dos casos el líder es un león y el grupo va en busca de uno de sus miembros, que ha escapado, tratando de encontrar de algo que el parque y la ciudad no le dan. Por supuesto, parte del relato se desarrolla en las calles de la gran manzana, pero lo sustancial se da una vez que el disímbolo equipo llega a la jungla e intenta literalmente rescatar al amigo perdido.

Si en Madagascar veíamos a un ejército de lemúridos tratar como un dios al león que representaba su salvación contra los depredadores, en Vida salvaje es una manada de agresivos antílopes la que le rinde reverencia a un ordinario koala que —por razones más allá de mi entendimiento— habla como tendero asturiano.

En el primero de los casos, el chiste tiene sentido, sobre todo porque se trata de animales pequeños e impresionables. En la cinta de Steve Spaz Williams el recurso se siente encajado por la fuerza, en un acto desesperado por hacer reír a la audiencia. La verdad es que aunque los personajes tienen un alto grado de sofisticación en lo visual —el trabajo puesto en cada uno de los animales se nota realmente—, carecen de una personalidad que los haga entrañables.

Dicen los que saben, que el proyecto de Disney es anterior a Madagascar, pero que diversos problemas los obligaron a retrasar el estreno, de modo que DreamWorks se copió la idea y lanzó su producto antes. Con todo, eso no explica las enormes diferencias creativas entre una y otra, las carcajadas que a ratos provoca una y las escasas sonrisas que alcanza la otra.

La comparación es odiosa, pero no es la única; además de todo, la relación entre padre e hijo que se plantea entre los leones de esta historia, han sido calificadas como un refrito de El rey león y Buscando a Nemo. O sea, ya no se trata de si estamos ante el plagio de una compañía a otra, sino de una absoluta falta de originalidad en los guiones, apostando todo el capital a lo que puedan hacer los genios de la animación por computadora.

Disney se está quedando cada vez más atrás en el terreno de las cintas infantiles animadas y no por falta de recursos o elementos técnicos. Los dibujos animados han transitado hacia la irreverencia sin que eso signifique asesinar la ingenuidad. El resto de las casas productoras lo han entendido, pero Mickey Mouse no parece estar muy interesado en involucrar al público mayor de edad; se repite y sigue repitiéndose. Muchos ya nos cansamos. ¿Dónde están los pingüinos?

 
 
 
 
       

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