VALS CON BASHIR

DIRECCIÓN: Ari Folman
TÍTULO ORIGINAL: Vals Im Bashir (2008)
PAÍS: Israel, Francia, Alemania, Estados Unidos, Finlandia, Suiza, Bélgica, Australia
GUION: Ari Folman
MÚSICA: Max Richter
DURACIÓN: 90 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Vals con Bashir es un trabajo testimonial, una reconstrucción de la masacre de palestinos en los campamentos de refugiados de Sabra y Chatila, en Beirut, sucedida en septiembre de 1982, a partir de la memoria fragmentaria de varios israelíes que, como el director Ari Folman, participaron en la ocupación a Líbano con el carnicero Ariel Sharon como comandante en jefe.

El documental tradicional probablemente habría tomado numerosas escenas de las horas de grabación que se hicieron tras el genocidio de alrededor de (según cifras extraoficiales) tres mil personas a manos de falangistas libaneses, apoyados por las fuerzas israelíes, en represalia por el asesinato del presidente electo Bashir Gemayel. Probablemente, habría hecho énfasis en las razones de Israel y el uso de Líbano como refugio de combatientes de la Organización para la Liberación de Palestina.

Pero Folman prefiere abordar la tragedia desde su propia perturbación, desde las pesadillas que él y sus compañeros de aquel entonces aún sueñan por las noches como marca vergonzante de su pasiva y silenciosa participación en esa matanza de más de 30 horas. Entiende que en el cine toda recreación glamoriza y embellece la muerte, por lo que decide fundir su historia con animación tradicional, que le ayuda a poner en pantalla eventos crudísimos, y que le permite integrar eficientemente las entrevistas persona a persona que realiza para su documental.

Vals con Bashir admite que existe la memoria selectiva, que muchos podrían haber empujado muy dentro sus peores recuerdos o aun llenado los huecos con imágenes menos dolorosas. Sin embargo, lo que el director intenta es construir a través de esos fragmentos individuales una memoria colectiva, severamente autocrítica, que incluso compara la matanza de palestinos con algo tan solemne para el pueblo judío como el Holocausto.

A la par de la poderosa secuencia inicial en la que un viejo amigo cuenta al director Ari Folman sobre ese sueño recurrente en el que es perseguido por 26 perros, los mismos que mató en Líbano para que no llamaran la atención durante la entrada de las tropas a los pueblos, las escenas finales explican el porqué optar por un filme animado —el primer documental animado de la historia— para contar todo esto: se trata de imágenes desgarradas, recogidas la mañana del 18 de septiembre de 1982 cuando periodistas y familias pudieron volver a entrar a los campamentos de Sabra y Chatila para encontrar por cientos los cadáveres —niños y viejos, mujeres y hombres— en las calles y los patios interiores de las casas.

Esas escenas muestran apenas unos cuantos cadáveres, inflados por el sol y en un proceso de descomposición ya iniciado. Es posible que las víctimas hayan sido menos que las tres mil quehan reivindicado los palestinos, pero como escribió el periodista británico Robert Fisk: ¿Cuántos asesinatos hacen una masacre? ¿Treinta? ¿Cien? ¿Trescientos? ¿Cuándo una masacre no es una masacre?

Ya hay una película que plantea esto y su existencia es una fortuna porque además está dirigida por un cineasta judío.

 
 
 
 
  

CANAL RSS
YOUTUBE
CONTÁCTANOS


DISTRITO CINE. Los contenidos de este sitio están sujetos a una licencia Creative Commons 2.5, con excepción del material (fotos, imágenes, videos) procedente de terceros.