UN PROFETA

DIRECCIÓN: Jacques Audiard
TÍTULO ORIGINAL: Un prophète (2009)
PAÍS: Francia
GUION: Jacques Audiard y Thomas Bidegain; basado en un argumento de Abdel Raouf Dafri y Nicolas Peufaillit
FOTOGRAFÍA: Stéphane Fontain
MÚSICA: Alexandre Desplat
DURACIÓN: 154 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Ganadora del Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 2009, Un profeta es la crónica visual del ascenso de un joven en la estructura criminal de un grupo mafioso cuyos miembros, aun desde el interior de una prisión en Córcega, controlan negocios, compran funcionarios y eliminan enemigos, como si no existiese diferencia. Tal como explica su director, Jacques Audiard, la cinta muestra el interior y el exterior de la cárcel como si fuesen la misma cosa, como si lo que se aprende dentro resultara igual de útil fuera.

Malik El Djebena (Tahar Rahim), un magrebí de 19 años, prácticamente analfabeto y con una condena de seis años por cumplir, se ve obligado a comprar con sangre la protección de César Luciani (Niels Arestrup), cabecilla del grupo de los corsos, cuyo poder parece garantizarle la supervivencia en ese ambiente hostil como padrino, o la muerte como enemigo.

Como el miembro más vulnerable de ese ambiente carcelario, Malik termina convertido en sirviente de los corsos, quienes no lo respetan, y en un traidor a los ojos de los musulmanes, con quienes no parece compartir más que el origen. La historia se centra justamente en ese aspecto, en cómo alguien en medio de la nada y aparentemente sin grupo de pertenencia, construye una identidad y a la larga adquiere un propósito en la vida que no tenía antes de caer en prisión.

Desde su exhibición en Cannes, Un profeta ha sido tercamente comparada por la crítica especializada con El Padrino, de Francis Ford Coppola. Sin embargo, no son pocos los aspectos que la diferencian claramente de la otra. En la historia de el magrebí El Djebena no existen en ese sentido conceptos como familia, lealtad o códigos de honor; en su mundo no hay sino transacciones comerciales y personas que tienen un valor de uso, por lo que las "traiciones" en realidad son actos de emancipación.

Si bien el protagonista es perseguido todo el tiempo por fantasmas de su pasado que se vuelven una suerte de conciencia, queda más o menos claro que el título de Un profeta tiene poco que ver con lo místico y que éste alude en realidad a personas que como Malik viven para servir a alguien más grande, hasta que ocupan el lugar que por derecho les corresponde en el mundo.

Para entender todo eso, créanme, hay que ver hasta la última escena.

 
 
 
 
  

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