EL UMBRAL

DIRECCIÓN: Marc Forster
TÍTULO ORIGINAL: Stay (2005)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: David Benioff
FOTOGRAFIA: Roberto Schaefer
MÚSICA: Asche & Spencer
DURACIÓN: 99 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Es muy probable que la reacción de muchos de quienes tuvieron la oportunidad de ver los avances de El umbral haya sido un rechazo por la cinta. Y es que desde El sexto sentido -piensa uno- ya todos ven gente muerta.

Lo importante de esto es que los avances son engañosos y la película es bastante mejor de lo que parece, a tal grado que la historia inicial de un psiquiatra (Ewan McGregor) angustiado por un enigmático paciente (Ryan Gosling), quien le ha confesado sus planes de suicidio, se transforma en una suerte de thriller sobrenatural, quizás pretencioso, pero no por eso desdeñable.

Mucho se ha hecho énfasis en el hecho de que Marc Forster, antes realizador de cintas como El pasado nos condena y Descubriendo el país de Nunca Jamás, se haya lanzado a hacer algo completamente desconectado de sus trabajos anteriores. Sin embargo, no puede dejar de percibirse cierto parecido, sobre todo en su desenlace, a El efecto mariposa, de Eric Bress y J. Mackye Gruber.

En este caso en particular, las peculiaridades no empiezan a notarse verdaderamente sino hasta pasados los 35 o 40 minutos, cuando la historia personal de Henry, el perturbado suicida, comienza a tener inconsistencias.

Las cosas cambian dramáticamente porque posteriormente es el psiquiatra interpretado por Ewan McGregor quien parece vivir un delirio; las secuencias se repiten, los planos se enciman, las consideraciones de espacio y tiempo dejan de tener sentido y los hechos pasan al estatus de meras alucinaciones.

La posibilidad de que todo se trate de un sueño flota todo el tiempo; la posibilidad de que sea una ilusión esquizoide, también. Por un lado, Forster muestra una Nueva York deprimente, gris, casi podría decirse que húmeda; sin embargo, todo se transforma cuando su protagonista vaga en busca de las motivaciones suicidas de su paciente, los ambientes parecen más cálidos y de hecho casi siempre hay una escalera que lleva abajo, como si los personajes se adentraran en el infierno.

Naomi Watts es Lila, antigua paciente y novia de Sam, el psiquiatra. Es pintora y entiende de las miserias que llevan a alguien a intentar el suicidio. Si bien su rol no parece determinante en la cinta, ya que aparece casi como mero testigo, la actriz se nota generosa al empeñarse muy seriamente en sacar con buenos resultados un papel secundario.

Decir más sobre la trama sería echar a perder todo. Por otro lado, decir -como lo hizo un diario de circulación nacional- que ésta es una jaqueca hecha película es francamente tonto.

El umbral está muy lejos de alcanzar la complejidad, por ejemplo, de Amnesia, de Christopher Nolan, en la que pestañear significa perderse una parte importante de la trama. Lo mejor en este caso es sentarse y quedarse hasta el final. Puede que la explicación de esta especie de delirio no sea lo que uno espera, pero ahí está el chiste.

 
 
 
 
       

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