EL ÚLTIMO REY DE ESCOCIA

DIRECCIÓN: Kevin Macdonald
TÍTULO ORIGINAL: The Last King of Scotland (2006)
PAÍS: Estados Unidos, Reino Unido
GUION: Peter Morgan, Jeremy Brock; basado en la novela de Giles Foden
FOTOGRAFÍA: Anthony Dod Mantle
MÚSICA: Alex Heffes
DURACIÓN: 121 minutos

 
       

Héctor Campio López | @campiolopez

Pocos pueden resistir la seducción de los tiranos. Y qué cosas indecibles habrán presenciado los incondicionales de esos seres magnéticos y oscuros. El último rey de Escocia es una película que ilustra —a través de los ojos de un joven médico— precisamente la fascinación que puede provocar un hombre como éstos. El caso se refiere al dictador africano Idi Amin

Amin encabezó una dictadura en Uganda de 1971 a 1979. Su recuerdo a tres años de su muerte permanece como uno de los más perturbadores de la historia africana reciente, no sólo por lo sangriento de su régimen, sino por los excesos de personalidad de ese gobernante.

Lo que ocurre en esta cinta del director Kevin Macdonald es un asomo al fascinante espectáculo de una dictadura africana. Llevados de la mano por la ingenuidad del aventurero doctor Carrigan (James McAvoy), presenciamos la llegada al poder de Idi Amin (Forest Whitaker), el jolgorio de las aldeas que celebran un gobierno nuevo y también el poder encantador de su prócer.

Es tan conmovedor el inicio de esta odisea africana que uno mismo no puede ser indiferente ante la simpatía de un Forest Whitaker poseído por un extraño carisma. África, desde la visión europea resulta una estampa del folclor tribal, pero útil en la medida que hace lucir a este actor gigante en el relato, tremendamente encanchado y convincente. El traje militar le queda chico.

La promesa de un sueño, de que el régimen político rapaz termine con la llegada de Idi Amin al poder, engaña al ingenuo doctor Carrigan, quien incidentalmente queda ligado al mandatario como uno de sus asesores de confianza y saborea de cerca las delicias del poder.

El acercamiento entre ambos personajes lleva el relato de Carrigan de un feliz safari de altruismo turístico en el inicio, a otro nivel después. Paulatinamente su entorno se transforma en un infernal convivio con seres enfermos de ambición y paranoia. La historia toma un rumbo indignante primero y estresante después.

La referencia a las dictaduras militares siempre tiene al terror como denominador cercano. Y aunque el director sólo se reserva una escena de tortura, la credibilidad del horror es ganada por cada expresión y línea de diálogo en la mirada y labios de Whitaker.

El último rey de Escocia no revela ningún secreto sobre los modos de administrar naciones para el enriquecimiento personal, pero insiste en la ineptitud de estos regímenes para solventar necesidades básicas de sus pueblos. La crítica es vigente en nuestra historia contemporánea, donde bon vivants se regodean cínicamente en su crápula mientras fuera de sus mansiones la miseria y el crimen persisten.

Alejada geográficamente de nosotros, África ya no parece tan lejos cuando uno observa esta historia basada en una ficción del novelista Giles Foden sobre un auténtico régimen de miedo. Tras ver esta cinta, uno se explica la justicia con que le fueron otorgados ya varios galardones internacionales. Es justo que a El último rey de Escocia le vaya mejor en las salas de cine.

 
 
 
 

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