Juan Carlos Romero Puga | @jcromero
El tono solemne que caracterizó a Thor (2011), de Kenneth Branagh, fue parodiado de alguna manera en The Avengers, donde tras conocerse Iron Man le lanza al Dios del Trueno un shakesperiano “¿Vuestra madre sabe que usáis sus cortinas?”
Las historias del personaje son épicas casi sacadas de la mitología nórdica, apenas aligeradas por las excentricidades de otros personajes a los que el guion les permitía algunos momentos relajados que despojaban de rigidez al relato. Por eso es notable que Ragnarok, cuya trama plantea un apocalipsis que hará vivir al reino de Asgard sus últimos días, se desarrolle con desparpajo y humor.
En esta cinta, Thor (Chris Hemsworth) y Loki (Tom Hiddleston) descubren que tienen una hermana, Hela, la Diosa de la Muerte (Cate Blanchett), quien reclama su lugar como heredera legítima del trono y cuyo poder parece imparable al punto que el protagonista se ve obligado a cuestionar la historia que conoce sobre el reinado de su padre y su propio legado.
Tras un primer encuentro con Hela, ambos son enviados al planeta Sakaar, donde Thor es capturado y obligado a convertirse en gladiador de un coliseo, donde se reencontrará –como él mismo menciona– “con un amigo del trabajo” al que deberá enfrentar frente a una multitud exaltada.
Thor: Ragnarok se toma lo suficientemente en serio lo hecho antes, para no dejar de lado las traiciones y la muerte de personajes como elementos inherentes a este universo de guerreros asgardianos, pero lo hace con un talante distinto, mucho menos sombrío.
El último tercio del filme sacrifica, sin embargo, la diversión, los gags y los diálogos ocurrentes. El director Taika Waititi recurre a las ruidosas batallas elaboradas con abundante CGI y seres mastodónticos para que al final de entre los escombros y las cenizas salgan triunfadores los héroes.
Waititi entrega, eso sí, dos claves de cara a la próxima cinta de Avengers, el regreso de Hulk y “una versión rota del personaje” de Thor, que aquí tiene pérdidas importantes que lo dejan tan vulnerable como el resto de sus compañeros. |