Juan Carlos Romero Puga | @jcromero
Marvel no consigue encontrar el equilibrio, insertar a sus héroes en el mundo real sin hacer que lo sorprendente termine por parecer excesivamente irreal aun dentro de la lógica fantástica que se nos propone. Los villanos de sus cintas más fallidas son anomalías genéticas, monstruosas mutaciones trabajadas detalladamente en el departamento de efectos especiales que producen finales espectaculares, dignos de un videojuego, pero que sepultan a los actores que los interpretan.
En la secuencia inicial de El sorprendente Hombre Araña 2, el protagonista participa en la persecución de Rhino (Paul Giamatti), uno de sus conocidos adversarios de los cómics. Peter Parker se toma en serio su trabajo, pero también disfruta hacerlo. Es joven y no pierde nunca el buen humor. Protege a los ciudadanos y aun así le queda tiempo para asistir a su graduación de preparatoria y sobrellevar los altibajos de su relación amorosa con Gwen Stacy (Emma Stone), a quien también busca proteger.
Ese muchacho tan “normal” es convertido, sin embargo, en un héroe más atormentado por un pasado oscuro de intrigas, traiciones, espías y asesinos, que por su orfandad temprana y el asesinato de su tío, el hombre que finalmente lo crió. Los escritores entienden mal lo que significa hacer más complejos a los personajes, así que repentinamente tuercen temperamentos y fuerzan la maquinaria hasta el punto de tener un exceso de tramas y de conexiones inverosímiles.
La defectuosa evolución o transformación de los personajes es clara en el principal villano del filme: Electro (Jamie Foxx), originalmente un brillante ingeniero con bajísima autoestima, sacado de entre los miles de habitantes de Nueva York, quien sufre abuso laboral y admira devotamente al Hombre Araña. Llegado el momento, toda su humanidad, sus defectos y sus peculiaridades son sustituidas por efectos visuales que le quitan todo interés.
Pero algo funciona maravillosamente en El sorprendente Hombre Araña 2: los momentos de comedia y el romance entre Andrew Garfield y Emma Stone, que quizá sea el elemento que se siente más genuino en una historia de excesivos artificios argumentales, pues es el que subraya la carga que lleva consigo el héroe y el que reproduce finalmente uno de los mejores momentos dibujados en las ediciones de Marvel.
Por eso, aunque los últimos segundos de la cinta podrían ser los más emocionalmente manipuladores, poniendo a un niño en medio del peligro (nunca queda claro por qué las multitudes siempre están observando la violencia como un show) son efectivos para mostrar que Peter Parker es un héroe salido de entre la gente que ahora lo necesita. |
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