SIN CITY: LA CIUDAD DEL PECADO

DIRECCIÓN: Robert Rodriguez, Frank Miller, Quentin Tarantino
TÍTULO ORIGINAL: Sin City (2005)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Frank Miller, Robert Rodriguez
FOTOGRAFÍA: Robert Rodriguez
MÚSICA: John Debney, Graeme Revell, Robert Rodriguez
DURACIÓN: 124 minutos

 
       

Héctor Campio López | @campiolopez

Los géneros híbridos han venido a complicar la apreciación del arte. Cosas como el teatro-danza, la ópera-rock o los espectáculos interdisciplinarios, parecieron locuras en un inicio. Temerarios pero constantes, hoy se consolidan como géneros nuevos. En el cómic surgió también una variante, la novela gráfica, que es una fusión entre la literatura y el cómic.

Frank Miller es un creativo fructífero e innovador del cómic estadounidense moderno que ha trabajado lo mismo para Marvel que para DC. Es padre de Robocop y Elektra, escritor e ilustrador de Daredevil, de una serie para Wolverine de los Hombres X y una novela gráfica sobre Batman (Batman: The Dark Knight Returns). Ésta última le mereció aclamaciones, porque entre otras cosas, planteó una disrupción inusual en las historietas de entonces: un superhéroe que sale del retiro a los 55 y un Robin que era una adolescente de 13 años.

Miller es creador de la novela gráfica Sin City, que es una serie de historias violentas en una ciudad ficticia, hecha en blanco y negro, ilustrada y pensada su totalidad por él mismo. En ella se basa el director texano Robert Rodríguez para hacer esta película.

Hay una constante en las cintas recientes basadas en cómics. La mayoría ha procurado trasladar personajes de la fantasía al mundo real y descaricaturizar a los héroes para hacerlos verosímiles. Los X-Men de Brian Singer vivían en Nueva York y también el Hombre Araña. La Ciudad Gótica es una emulación de la isla de Manhattan y Constantine anda matando demonios en Los Ángeles. Viven en mundos como el nuestro y poseen facultades extraordinarias. Se ofrecen explicaciones de la ciencia que hace razonables sus poderes.

La película de Rodríguez no tiene esa intención, sino la contraria. Es un cómic en movimiento con todos sus excesos. El universo de Sin City es alterno, la urbe es oscura y lluviosa, pero tiene su propio parque de diversiones, su zona roja, sus bares con bailarinas exóticas, su clero, sus prostitutas, sus policías y criminales.

Filmada en blanco y negro con algunos detalles de color: algunos labios rojos, un par de ojos azules o un personaje de cuerpo amarillo, por ejemplo. Los relatos y personajes parecen extraídos de la pluma de Dashiell Hammett, tienen diálogos internos con voces cavernosas y llenos de pretensión filosófica, pero sus acciones tienen una relación más cercana con Boggie el aceitoso.

Sin City es una película plena de exageraciones. El elenco, integrado por figuras recientes del cine, es dirigido para teatralizar sus movimientos, gestos y voces casi al punto de llegar a la parodia. Benicio del Toro hace bizcos y muecas ridículas cuando un fragmento de su pistola le perfora la frente y Britany Murphy se regodea en escenas domésticas que bien cabrían en un melodrama. Los protagonistas en general posan para ilustrar un cómic gigantesco en pantalla. Mickey Rourke tiene una caracterización antológica como el asesino Marv.

Hay agresividad explícita con sangre del color de la leche. La violencia del cómic, en la que un personaje soporta ser arroyado varias veces por un vehículo o se arroja por la ventana de un edificio de departamentos para caer de pie en la calle, parece chusca al inicio, sin embargo el director nunca desiste de esos delirios. Es consecuente. Desperado (1995) y Del crepúsculo al amanecer (1996) ya daban una idea de las exhuberancias imaginativas que Robert Rodríguez podía crear a partir de un revólver o una mujer semidesnuda.

Los temas alrededor de los cuales giran las historias (canibalismo, paidofilia, lenocinio) se prestan para escenas grotescas (un eunuco amarillo y medio desnudo flagelando a Jessica Alba) y sórdidas (cabezas sumergidas en retretes sucios). No se le puede ver como una antología de la violencia si se entiende como un cómic cinematográfico. Los balazos que recibe Marv y que humanamente son imposibles de resistir, sólo tienen su razón de ser en la lógica de las viñetas.

Estas escenas dan pie al humor negro e hiperviolento, hecho para personas que permanecen inmutables ante la sangre que fluye a borbotones. En este pastiche de agresiones, desnudeces y balazos en los genitales, aparece de manera estelar, reforzando una de las secuencias finales de Bruce Willis, la obra "Sensemayá" del compositor Silvestre Revueltas.

 
 
 
 
       

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