SEDUCIENDO A UN EXTRAÑO

DIRECCIÓN: James Foley
TÍTULO ORIGINAL: Perfect Stranger (2007)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Todd Komarnicki
FOTOGRAFÍA: Anastas N. Michos
MÚSICA: Antonio Pinto
DURACIÓN: 109 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Durante las casi dos horas que dura Seduciendo a un extraño, nunca pude entender esa clasificación de thriller erótico que intentaron darle los distribuidores. Más aún, la mayoría del tiempo cuesta creer las cosas que pasan, la pasmosa facilidad con que la protagonista entra y vulnera la seguridad de una empresa casi blindada e incluso los roles que desempeñan los actores en varios momentos de la cinta. No hay que extrañarse, pues, del poco entusiasmo que ha despertado este trabajo. Su visionado lo deja claro todo.

Rowena Price (Halle Berry) es una de esas reporteras que sólo existen en las películas y a quien conocemos desde el primer momento, mientras destapa los amoríos homosexuales de uno de esos senadores reaccionarios, destacado miembro de agrupaciones pro familia. Más tarde, después de renunciar a su empleo, decepcionada por el poder que lo corrompe todo, comienza a investigar por su cuenta el asesinato de una amiga, quien antes de morir le confiesa haber tenido una relación con Harrison Hill (Bruce Willis) un brillante publicista con debilidad por las mujeres y las salas de chat en internet.

Muy temprano en la historia, uno se da cuenta de que los talentos de la mujer son relativos, que a no ser por la ayuda de un hacker y genio de la informática (Giovanni Ribisi), la mitad de sus planes serían irrealizables, y que sus flirteos son demasiado inocentes como para hablar de erotismo.

El guion tiene momentos rescatables, pero abunda en situaciones un tanto absurdas, urdidas no como parte de un orden lógico, sino producidas por la casualidad. Nada, sino el capricho, explica que quienes aparecen como perfectos desconocidos al inicio de la trama, aparezcan tan artificialmente vinculados al final.

Cualquier crónica de esta película deberá, obligatoriamente, pasar certificado de la belleza de Halle Berry, pero también del desastroso final que vuelve inservible todo lo planteado anteriormente en un filme que no emociona en lo más mínimo. Lo cierto es que ni Monster Ball (Forster, 2001) ni los posteriores trabajos de la actriz han justificado el Oscar que la Academia le concedió en 2002, pues con lo poco que Bruce Willis actúa últimamente le es suficiente para opacarla.

Pocas reseñas han sido tan duras con Seduciendo a un extraño como la de Claudia Puig en USA Today, que la considera una película menor a cualquier capítulo menor de CSI transmitido por televisión, o que incluso la equipara con el spam que llega vía correo electrónico y que uno generalmente elimina sin siquiera abrirlo. No hay duda, la historia simplemente no seduce.

 
 
 
 
       

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