ROMA

DIRECCIÓN: Alfonso Cuarón
TÍTULO ORIGINAL: Roma (2018)
PAÍS: México, Estados Unidos
GUION: Alfonso Cuarón
FOTOGRAFÍA: Alfonso Cuarón
DURACIÓN: 135 minutos

 
       

Mildred Ramo | @marcamildred

En Roma (Alfonso Cuarón, 2018) todo sucede de la puerta hacia dentro. Del zaguán al patio, de la sala al cuarto de la televisión, a la cocina… La vida, lo auténtico, transcurre en el espacio doméstico. Afuera se fraguan represiones gubernamentales e incendios forestales. El rostro se vuelve anónimo y se pierde en una multitud que es la suma de nadie, extraviado en dolorosos hospitales públicos, rueda por la sala de un cine y se disuelve en el tránsito.

Pero casa adentro, todo tiene un nombre. Tú eres nombrado y reconocido: saben que te gustan los Gansitos congelados, el té de manzanilla y una canción de cuna para dormir. Te llaman por tus motes de cariño. Entre lo familiar, ves un programa cómico en la tele, escuchas la radio y cantas, mientras lavas la ropa y los trastes.

El mundo es el escenario, pero la casa es el backstage, lo verdadero.

Los que traicionan son los que se van, los que abren la puerta de entrada y la convierten en eterna puerta de salida. Se van y su presencia se desmorona en la nada, para siempre. Adentro, en casa, sólo queda el espacio de muebles que también se fueron y sólo dejaron su marca de polvo contra las paredes. Queda el eco de un reloj de pared que ya no existe, pero que todavía sella las madrugadas con su tic-tac.

En el espacio doméstico caben los abandonos y los nuevos comienzos. Los dolores más callados y las alegrías explosivas y pequeñitas. Las verdades que no se confiesan, pero que se recuerdan al regar las macetas del patio. El amor en todas sus variantes, así como el desamor y su corte de pesadillas.

Los ruidos del mundo delimitan, aún más, los espacios íntimos: el paso de los aviones, el pregón de los vendedores de miel, el silbato del afilador y del carrito de los camotes. Los cláxones y hasta una absurda banda de guerra nómada. Eso es el afuera, y nos visita en el adentro, igual que la lluvia delinea los perímetros de las ventanas.

Entre este vasto panorama de escaleras y colchas, de ropa recién lavada y un grifo que gotea en la cocina, el espectador encuentra algo —o mucho— de sí y de su casa de infancia. De su familia. Algún guiño, algún recuerdo que pasa por el rabillo del ojo.

El impecable blanco y negro neutraliza los colores y permite una mayor identificación, porque cada uno puede proyectar su pantone particular.

Roma, la película más comentada hacia el cierre de 2018, más allá de sus multicitadas interpretaciones sociales (guerra de castas y cariños colonialistas), de sus contextos históricos, de sus portadas icónicas con Yalitza Aparicio (Cleo), es una bella e intensa evocación de la vida doméstica, con sus monstruos y verdades, sus bendiciones y tragedias. Dolorosa y entrañable.

 
 
 
 
       

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