REGRESO DEL TODOPODEROSO

DIRECCIÓN: Tom Shadyac
TÍTULO ORIGINAL: Evan Almighty (2007)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Steve Oedekerk
FOTOGRAFIA: Ian Baker
MÚSICA: John Debney
DURACIÓN: 96 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Ahí vamos de nuevo. Regreso del Todopoderoso es una secuela innecesaria, dolorosamente mala y por demás ingrata para quienes integran su reparto.

Todopoderoso (Bruce Almighty), la cinta protagonizada en 2003 por Jim Carrey y Jennifer Aniston, nacía de una idea más o menos válida aun como comedia moralizante: el hombre trabajador y buen esposo que tras ser ninguneado, una y otra vez, desafía a Dios, quien parece no estar haciendo su parte. En aquella, Dios respondía a un desafío que tenía sentido, depositando sus responsabilidades en manos de Carrey, quien entendía que las cosas pasan por algo.

En Regreso del Todopoderoso su reaparición es un poco forzada, más bien sin propósito. El personaje central es Evan Baxter (Steve Carell), quien en la cinta original se convertía en conductor titular del noticiario de una televisora de Búfalo (una participación más bien secundaria). El tiempo parece haber pasado y Evan ha cambiado la televisión por la política; pues aparece convertido en un congresista recién electo que se ha planteado como promesa de campaña cambiar el mundo.

Otra vez representado por el siempre efectivo Morgan Freeman, Dios en realidad interviene en la vida de un hombre que no tiene ninguna intención de contender con él. Pero esta vez no lo dota del poder absoluto, sino que lo carga de obligaciones, al asignarle construir un arca, como la de Noé, y anunciar un supuesto nuevo diluvio. Evan es ridiculizado; su esposa, sus hijos, sus vecinos, los otros congresistas y los mismos medios de comunicación comienzan a verlo como un hombre trastornado, al tiempo que cientos de parejas de animales empiezan a llegar al lugar.

Carell cumple en el papel y lo saca lo mejor que puede, pero el mensaje que intenta transmitir la cinta es en realidad una débil crítica de la corrupción y la ambición, encarnadas en un inescrupuloso grupo de políticos liderados por el congresista Long (John Goodman), a quien no le importa pasar iniciativas ecocidas si éstas se traducen en buenos dividendos económicos.

Uno lamenta que estos actores (entre quienes hay que incluir a la bella Lauren Graham) no tengan suficiente material para desplegar su talento. Pasa que el guión de Steve Oedekerk carece de la mínima irreverencia que debería tener cualquier comedia sobre lo “divino” para no parecer una homilía que, en este caso, además parece escrita por un miembro de Greenpeace.

Según Peter Travers, de Rolling Stone, Regreso del Todopoderoso es sencillamente la comedia más cara jamás filmada: 175 millones de dólares, por lo que haciendo un cálculo optimista, cada risa del público termina costando unos 20 millones. La cosa es que los efectos especiales que uno supone que consumieron todo ese presupuesto, no son ni tan impresionantes ni tan indispensables para lo que la cinta era. No es que el mensaje del bueno de Morgan Freeman sobre cambiar el mundo con amor no quepa, el problema es que en algún punto del camino el director, Tom Shadyac, se olvidó de que estaba rodando una comedia.

 
 
 

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