Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

La primera secuencia de [Rec] 2 tiene lugar apenas unos minutos después del fin de la cinta original. En ella, un comando del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de Barcelona se dispone a entrar al viejo edificio donde el virus que convierte a los infectados en furiosos zombies parece haberse salido de control; su misión es acompañar a un supuesto funcionario del Ministerio de Salud (Jonathan Mellor), quien pretende documentar la situación en el interior de la casona.

Si bien no cabe la sorpresa acerca de lo que el grupo encontrará dentro, el nivel de tensión y de histeria se mantiene. La presencia de una cámara en el lugar, que en la primera película quedaba justificada por un inocente reportaje acerca del cuerpo de bomberos de la ciudad, en ésta se ve multiplicada por diversos equipos de video que los miembros del grupo especial portan en sus cascos, y que nos devuelven escenas frenéticas y confusas que abonan al desasosiego.

Sin embargo, es obvio que [Rec] 2 debe su existencia no a un interés por completar una historia que parecía estupendamente concluida, sino al anhelo de repetir el éxito en taquilla que se consiguió en 2007. Para ser enteramente justos, la trama se siente demasiado forzada; el guion rompe con su propia lógica para permitir la entrada de nuevos personajes que no aportan absolutamente nada, pero que permiten alargar el infierno y el horror.

Más aún, Jaume Balagueró y Paco Plaza eliminan la ambigüedad que hacía tan atractivo el filme original y cambian por completo el enfoque sobre la aparición de un desconocido y agresivo virus que dejaba abierta infinidad de explicaciones. Todo, para recurrir al elemento místico, que apela a los miedos más convencionales en el espectador, que cambia por completo lo establecido en [Rec], pero que incluso cambia la perspectiva desde la cual uno mira aquella película.

La cinta es mucho más abundante en impactos y escenas de shock, pero también resulta más floja que su antecesora, donde el miedo era incitado primordialmente por aquello que no se veía pero que se movía entre las sombras. En esta nueva entrega es evidente la sobreactuación de buena parte del reparto, los fallos en un guion que acusa poca consistencia, diálogos poco naturales o demasiado elaborados para una situación de estrés máximo y una propuesta sobrenatural que no convence.