RAY

DIRECCIÓN: Taylor Hackford
TÍTULO ORIGINAL: Ray (2004)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Taylor Hackford, James L. White
FOTOGRAFÍA: Pawel Edelman
MÚSICA: Craig Armstrong, Ray Charles
DURACIÓN: 152 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Desde Babe Ruth (Arthur Hiller, 1992), primera referencia que me viene ahora a la cabeza, Estados Unidos ha transitado a un cine cada vez menos complaciente en lo que se refiere a llevar a la pantalla la vida de sus grandes ídolos.

Las hagiografías llegaron a su fin para ser sustituidas por historias que por fin ponen en pantalla a sujetos terrenales no exentos de fisuras y veleidades.

Ray, la vida de Ray Charles, recreada por Taylor Hackford como director, y Jamie Foxx como actor, se encuentra en la línea de estos nuevos filmes y se adentra en el fenómeno musical, poniendo en su debida perspectiva el enorme talento de un artista marcado, empero, por sus miserias, su adicción a la cocaína y las mujeres.

Muchos cuestionarán si realmente vale la pena conocer la trastienda de los artistas. La verdad es que sí, al menos en este caso, a juzgar en principio por el increíble de trabajo de Jaime Foxx, quien prácticamente se mimetiza con el verdadero Ray Charles, y quien de hecho ya había dado muestras de su notable capacidad como coprotagónico de Tom Cruise en Colateral.

Más aún, para aquellos a quienes los musicales no logran cautivarnos, Ray es un buen pretexto para hundirse en esa hipnótica mezcla de jazz, rhythm and blues, gospel y música country, que pese a lo que pudiera pensarse, se encuentra muy bien dosificada a lo largo de la cinta y muy bien equilibrada con el relato dramático, de modo que cuando uno escucha "Hit the road, Jack", una de las piezas fundamentales de Charles, es demasiado tarde para decir que la película no ha causado una revolución.

A lo largo de la cinta, y en la medida en que el protagonista se hunde más en el mundo de la droga, vemos también secuencias muy bien colocadas de su infancia y sus primeros años al lado de su madre (interpretada con gran fuerza por Sharon Warren), quien pese a su condición humilde y su carácter casi cruel, resulta a la postre la fortaleza que logra sacarlo adelante cuando pierde la vista.

Lo paradójico de esta "historia de éxito" protagonizada por Ray Charles es que tanto sus hits con la disquera independiente Atlantic Records, como su paso a la poderosa compañía ABC —con la que firmó un contrato con condiciones hasta entonces impensadas para cualquier artista—, muestran el triunfo de la voluntad sobre las incapacidades físicas y emocionales, pero también la infinita soledad y depresión que rodean esa isla construida con aplausos y galardones.

Sin embargo, es imposible tenerle lástima a este Ray tan bien hecho por Jaime Foxx. Su ceguera es circunstancial y su mansedumbre es apenas la superficie de un hombre que se sabía talentoso y que no permitió que nadie sacara ventaja mezquina de ello.

Hackford y Foxx hacen imposible el juicio de Ray Charles desde una sola visión; su vida no estuvo definida únicamente por su talento musical, su adicción, sus infidelidades, su pasado miserable y su éxito económico en la madurez.

 
 
 
 

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