PROMESAS PELIGROSAS

DIRECCIÓN: David Cronenberg
TÍTULO ORIGINAL: Eastern Promises (2007)
PAÍS: Reino Unido, Canadá, Estados Unidos
GUION: Steve Knight
FOTOGRAFÍA: Peter Suschitzky
MÚSICA: Howard Shore
DURACIÓN: 100 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Para los miembros del Vory V Zakone —una oscura hermandad criminal rusa en la que las lealtades y las jerarquías están perfectamente definidas—, el tatuaje de una estrella sobre el corazón y cada una de las rodillas lo es todo. El primero indica que se ha renunciado a cualquier afecto y a cualquier nexo con el pasado; el resto de ellos indican que el nuevo miembro no se arrodillará más ante nadie.

Antes de recibir las nuevas marcas sobre su cuerpo, Nikolai Luzhin (Viggo Mortensen) muestra a un grupo de hombres los cerca de 40 tatuajes sobre su piel que dan cuenta de su biografía, interpretada línea a línea por los sinodales. Las marcas dicen que su lealtad es abosoluta.

Quienes saben de ello, aseguran que en el cine de David Cronenberg existe una recurrente obsesión por la violencia, el cuerpo mutable y la identidad. En Promesas peligrosas, los tres aparecen como elemento fundamental de una trama que golpea sensibilidades en todos los sentidos y con una crudeza tal que en el terreno de lo verosímil cada uno de sus escenarios caen perfectamente en el terreno de lo real.

La acción se ubica en Londres, donde una prostituta rusa de apenas 14 años muere desangrada en el hospital tras dar a luz a una niña. Anna (Naomi Watts), encargada del parto de la chica, rescata de entre las cosas de ésta un pequeño diario, en busca de algún dato sobre su familia. Los esfuerzos por traducir el contenido la llevan a Semyon (Armin Müller-Stahl), un afable anciano propietario de un restaurante ruso, pero ubicado en la parte más alta de la estructura del Vory. Demasiado tarde, Anna descubre que la chica muerta es una víctima del clan.

Nikolai, sin embargo, no es más que el chofer de Kirill (Vincent Cassel) una vergüenza de sujeto, aunque poseedor de un inmerecido poder que le viene de ser el hijo de Semyon. Es claro el camino que ha de seguir la trama a partir de esos elementos; de hecho ésta no resulta mucho más compleja que los derroteros que podría seguir un thriller convencional sobre el mundo de la mafia.

Es la mano de Cronenberg la que cambia el panorama, negándonos la sofisticación de las mafias y de los imperios construidos por el crimen, y dándonos a cambio un puñado de personajes tristísimos cuando no miserables por los secretos que cada cual carga. Viggo Mortensen, quien antes había personificado a un sencillo padre de familia con un oscuro pasado en la anterior cinta de Cronenberg, vuelve a ser el individuo indescifrable de personalidad dual, sobre quien recae el trabajo de precipitar la historia en su ascenso a lo más alto de la estructura de la hermandad.

Puede parecer un despropósito elevar la violencia a un rango estético, pero lo extraño es que Promesas peligrosas es una película en la que uno se descubre contemplando la agresión desatada de Nikolai mientras pelea desnudo contra los cuchillos curvos de dos ucranianos en el interior de un sauna o mientras corta los dedos de un sujeto a quien su jefe ha decidido callar.

Olvídense un poco de la crítica pretenciosa que no pierde oportunidad para hablar del estilo de Cronenberg, creyendo ver su firma hasta en el más mínimo pliegue de una cortina. Acérquense a esta película y disfruten. Sólo eso.

 
 
 
 

CANAL RSS
YOUTUBE
CONTÁCTANOS


DISTRITO CINE. Los contenidos de este sitio están sujetos a una licencia Creative Commons 2.5, con excepción del material (fotos, imágenes, videos) procedente de terceros.