Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Poseidón es una telenovela pasada por agua. Tiene un cuadro importante de actores, un trabajo muy elaborado en el terreno de los efectos especiales —aunque nada que no se haya visto ya—; sin embargo, ésta es una de esas veces en que uno puede ahorrarse la ida al cine, ya que no hay nada en el guion que amerite contarse.

Se me ocurre que detrás de la historia de un desastre podrían esperarse dos cosas, una gran historia de solidaridad detrás de la tragedia o un relato sencillo sobre la simpleza con que la vida se abre camino a veces en medio de la desgracia.

Pero el desánimo llega desde muy temprano. Poseidón no es más que el remake de La aventura del Poseidón, filme de Richard Neame rodado en 1972, y su trama no es particularmente compleja. Es la víspera de Año Nuevo y un lujoso barco de crucero navega en medio del Atlántico Norte. Pasada la media noche, un peculiar fenómeno conocido como pared de agua, que no es otra cosa que una ola de enormes magnitudes vuelca la nave, la cual se inunda rápidamente. La única forma de salir, paradójicamente es por el casco de la embarcación, lo cual supone una enorme dificultad.

No obstante, el desarrollo se simplifica en cuanto los cientos o miles de pasajeros a bordo se mueren y nos quedamos sólo con siete de ellos. Se simplifica más aún cuando en lugar de desarrollar historias paralelas los ponemos a todos juntos a hacer las mismas cosas y a enfrentar los mismos peligros, de modo que todo se convierte en una interminable carrera hacia arriba para evitar que el agua, que va llenando poco a poco el barco, los alcance.

Wolfgang Petersen, el director, lo mismo que su guionista, no encontraron otra cosa más audaz qué hacer que poner un elenco multicultural integrado por un galán de ojos azules (Josh Lucas), una hermosa y joven madre soltera (Jacinda Barrett) con todo e hijo, un trío de neoyorkinos integrado por padre (Kurt Russell), hija (Emmy Rossum) y novio (Mike Vogel), una latina que viaja de polizón (Mia Maestro) y un arquitecto homosexual (Richard Dreyfuss).

Y todo para nada; no hay tensión racial ni social entre los protagonistas. Todo se reduce a un conflicto ridículo entre Kurt Russell y su supuesta hija, que ha dejado de ser una niña y se quiere casar, aunque su padre no la entiende...

Como entretenimiento, Poseidón es bastante cuestionable; el filme va más allá de la hora y media, pero los escasos recursos (agua, huida, puertas que no se abren, personas que se atoran y galán que lo puede todo) se agotan y empiezan a volverse repetitivos a los 45 minutos.

Con franqueza, resulta tan inexplicable como inútil rescatar una cinta de hace 34 años para hacer una actualización tan poco apetecible. ¿Para qué?