UN PLAN BRILLANTE

DIRECCIÓN: Michael Radford
TÍTULO ORIGINAL: Flawless (2007)
PAÍS: Reino Unido, Luxemburgo
GUION: Edward Anderson
FOTOGRAFÍA: Richard Greatrex
MÚSICA: Stephen Warbeck
DURACIÓN: 108 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Michael Caine es el protagonista de una de las cintas más recordadas sobre grandes golpes criminales (La estafa maestra, 1969). Casi cuatro décadas después, a sus 75 años, él parecía ser la única buena razón para ver Un plan brillante.

Vale decir que el género ha escalado en sofisticación. Aun cuando sus viejas versiones permanecen como referente, filmes como Ocean's eleven (2001) e incluso La estafa maestra (2003) ganaron de su adaptación a un mundo de nuevas posibilidades, regido por la precisión técnica, la habilidad para vulnerar códigos complejos y maximizar la utilidad de los gadgets.

El encanto de Un plan brillante radicaba en sus limitaciones; ambientada en 1960, su reto consistía en generar algo de tensión e intriga con elementos mínimos, en un contexto destecnologizado y con un sencillo sistema de cámaras como único inconveniente. En la historia, Demi Moore interpreta a Laura Quinn, una poderosa ejecutiva de la London Diamond Corporation, una poderosa empresa dedicada a la explotación de minas de diamantes en Sudáfrica. Soltera y casi en los cuarenta, Laura ha llegado al límite de su tolerancia al ver ascender, una y otra vez, a sujetos menos calificados que ella, por el simple hecho de ser hombres.

Tras advertir su frustración, el señor Hobbs (Michael Caine), un empleado de mantenimiento que también ha dejado su vida en el lugar, le propone intentar un imperceptible pero lucrativo robo que les asegure un retiro sin limitaciones a ambos.

En su parte media, mientras atestiguamos la planeación y la ejecución del golpe, la película funciona, se vuelve algo inquietante y genera alguna duda sobre el rumbo que tomará la trama. Sin embargo, el director cede a la tentación y muestra demasiado rápido a dónde conducirá todo, mediante imágenes que más que sugerencias, constituyen obviedades.

Michael Radford no sólo incurre en esa idea maniquea de presentar a los dueños del capital como tipos ventrudos y antipáticos, sino que remata su historia con un insufrible e incongruente chantaje moral. Si acaso hemos escuchado que "en arca abierta, hasta el justo peca", aprenderemos que este dicho popular tiene aplicaciones prácticas dentro de la doctrina cristiana, en el mismo nivel que lo hacen las limosnas de los delincuentes.

Al final, Michael Caine es la única buena razón para aventurarse a ver Un plan brillante. Demi Moore puede no estar mal, pero es eclipsada en cuanto el primero entra a escena; ni hablar del desastroso maquillaje con el que se intenta hacerla parecer una anciana. Si el título original de la cinta, Flawless, remite a una pieza sin defecto, hay que empezar por decir que aquí uno encontrará una piedra poco trabajada, con aristas, sin pulir y con poco brillo.

 
 
 
 
  

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