PIRATAS DEL CARIBE: EL COFRE DE LA MUERTE

DIRECCIÓN: Gore Verbinsky
TÍTULO ORIGINAL: Pirates of the Caribbean. Dead man's chest (2006)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Ted Elliott, Terry Rossio
FOTOGRAFIA: Dariusz Wolski
MÚSICA: Hans Zimmer
DURACIÓN: 151 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Gore Verbinsky es director de apenas seis cintas, sin embargo, habría que reconocerle que su trabajo es en general muy interesante. Por supuesto, Piratas del Caribe: El cofre de la muerte muestra su habilidad para sostener a muy buen ritmo un relato con tres aparentes vertientes, pero está vez el espectáculo visual se impone a cualquiera de los otros elementos del filme.

En sólo 17 días de exhibición, esta película logró meter en taquilla 322 millones de dólares, haciendo pedazos todos los récords anteriores. Con todo, el conjunto no es mejor que la primera parte de la saga, La Maldición del Perla Negra, sobre todo porque después de dos horas y media, uno sólo tiene ante sí una película con demasiados conflictos irresueltos como para saber qué es lo verdaderamente relevante.

Aquí volvemos a ver a los protagonistas de la primera película, Will Turner (Orlando Bloom) y Elizabeth Swann (Keira Knightley), quienes están a punto de casarse, pero cuya boda se ve bruscamente interrumpida cuando un oficial del imperio británico ordena su arresto por haber ayudado en el pasado a Jack Sparrow, un pirata enemigo de la Corona inglesa. Lo que en realidad desea este sujeto es una vieja y extraña brújula propiedad del pirata, así que les ofrece el perdón a cambio de conseguirla.

En otro lado, lejos de ahí, el capitán Jack Sparrow se enfrenta a un problema mayor, pues tiene una deuda de sangre con Davy Jones, otro legendario bucanero. El tiempo se acaba y debe encontrar la llave que abre un misterioso cofre que evitará que sea condenado por toda la eternidad.

El cofre de la muerte es una tradicional cinta de aventuras; sus protagonistas se ven involucrados en batallas navales perfectamente coreografiadas y elaboradas con la ayuda de Industrial Light and Magic, que ha hecho posible la aparición de un impresionante monstruo marino llamado Kraken, lo mismo que de tripulaciones enteras formadas por corsarios zoomorfos, salidos del fondo del océano.

A la par de ello, la disputa por los tres objetos (la brújula, el cofre y la llave que abre el cofre) se convierte en el pretexto perfecto de varias persecuciones y duelos con espadas —con muchos muy buenos momentos, hay que decirlo— que ayudan a prolongar la película y a alargar el desenlace (que por cierto no llega).

No obstante, ninguno de estos elementos sería suficiente sin Johnny Depp en el reparto. La gracia con que interpreta al capitán Jack Sparrow, su fino cinismo y sus amaneramientos, lo ponen por encima en un cuadro de actores en el que ninguno logra despuntar y brillar con la misma magnitud.

Un interesante giro en el guion es la rara oportunidad de ver la batalla de buenos contra buenos (cada uno con sus muy particulares y egoístas fines), traicionándose entre sí y utilizando los recursos más bajos. La parte desafortunada es que todos los cabos quedan sueltos, dejando para la siguiente entrega de la saga todas las respuestas. No se puede culpar al público por sentirse decepcionado; esta segunda parte de los Piratas del Caribe es espectacular en su superficie, cumple con su objetivo de entretener, pero parecería ser sólo una trampa para alargar la serie y explotar la franquicia al máximo con una tercera película.

 
 
 
 
       

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