PERDIDA

DIRECCIÓN: David Fincher
TÍTULO ORIGINAL: Gone Girl (2014)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Gillian Flynn; adaptación de su novela Gone Girl
FOTOGRAFÍA: Jeff Cronenweth
MÚSICA: Trent Reznor, Atticus Ross
DURACIÓN: 149 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Después del “vivieron felices por siempre”, el desencanto, al amor desgastado por el paso del tiempo y las premuras económicas. ¿Qué nos hemos hecho el uno al otro?, se pregunta uno de los dos, después de cinco años de matrimonio, y de prometerse que nunca serían como esas horribles parejas que conocían.

La historia de Perdida (Gone Girl) empieza con un hastiado Nick Dunne (Ben Affleck) en la víspera de su quinto aniversario de bodas con Amy (Rosamund Pike), una exniña prodigio, devenida en exitosa escritora juvenil, con la que ha tenido que mudarse a Missouri en medio de una crisis mayor y dejando atrás una vida casi perfecta en Manhattan.

Durante la primera mitad del filme, a través del diario de Amy, vamos recorriendo los pasos que llevaron a la descomposición del matrimonio: primero, el romance lleno de elementos originales y maravillosos; después, el fracaso profesional y la frustración de Nick, quien ahora atiende un bar que se sostiene en pie con los ahorros de ella, a quien ahora ve como una arpía irritante pero también en su única línea de crédito.

Ese, en todo caso, es el menor de sus problemas, pues la mañana de su aniversario ella desaparece. En la casa de ambos hay además suficiente evidencia para pensar que incluso pudo ser asesinada por Nick, quien luce despreocupado, casi aliviado por lo sucedido al grado de darle a los fotógrafos una sonrisa junto al afiche de búsqueda de su esposa y permitir que la gentuza que lo cree una celebridad se haga selfies con él.

El director David Fincher y Gillian Flynn, autora de la novela en la que se basa al cinta, van envolviendo todo en una fina capa de sordidez que no excluye las presunciones de culpabilidad y los linchamientos mediáticos que aquí encabeza una malintencionada y conocida periodista que juzga culpables desde su tribuna mural. El vuelco que da la historia en su segundo acto roza los terrenos de lo absurdo, pero para ese momento el espectador se encuentra en el nudo de una pesadilla de la que no se desea salir, pues uno necesita llegar, conocer el final.

El guion exhibe algunas inconsistencias que son subsanadas con dosis ingentes de humor negro; así el thriller adquiere un matiz distinto: una crisis de pareja convertida en un circo mediático, una cruzada feministoide y un ser horrendo tras otro que concitan emociones desagradables. Perdida es una puesta en imágenes ridículamente retorcida tanto como imaginativa y hábil para golpear el estómago; ahí su mayor cualidad: mover emociones.

 

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