OVEJA NEGRA

DIRECCIÓN: Humberto Hinojosa Ozcáriz
TÍTULO ORIGINAL: Oveja negra (2009)
PAÍS: México
GUION: Humberto Hinojosa Ozcáriz
FOTOGRAFÍA: Kenji Katori
MÚSICA: Ernesto Paredano
DURACIÓN: 85 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

El debut fílmico del joven Humberto Hinojosa Ozcáriz, Oveja negra, ha logrado como pocos conciliar las aspiraciones comerciales y artísticas de cualquier obra, aspirar a elogios sinceros de la crítica sin tener que renunciar a la recuperación económica del proyecto en la taquilla; a entretener sin tener que restarle inteligencia ni rebajar su producto.

Etiquetada como una comedia rural, la cinta cuenta la historia de José (Christian Vázquez), un huérfano criado por el cura de un pueblito sin nombre, pero acogido desde pequeño en la casa del caciquillo local quien ve en él a un buen criado que puede servir de compañía a su mimado hijo Jerónimo (Iván Arana).

Las diferencias entre estos dos van haciéndose más grandes conforme crecen y hacen que José prefiera como amigo a "Kumbia" (Rodrigo Corea), otro niño pobre que, como él, comparte el deseo de ganar el dinero suficiente para dejar todo e irse a Estados Unidos, donde suponen que pueden aspirar a una mejor vida. Sin pretensiones más allá de la de lograr una identidad propia, los diálogos entre los dos muchachos fluyen con una naturalidad sorprendente, sobre todo cuando tasan sus vidas en función de su oficio de pastores y precian el valor de cada cosa en el número de borregos que necesitarían vender para obtenerla.

Con elementos comunes, pero sin el ridículo e hipócrita énfasis clasista que exhibía Déficit (Gael García, 2007), Oveja negra nos deja ver una historia en la que sí pasan cosas y en la que caben todos los tonos. La rivalidad de José y Jerónimo no sólo esta definida por la posición económica de este último o el nivel de prepotencia del que hace gala, sino que viene a ser reavivada por la aparición de la preciosa María (Ximena Romo), una chiquilla que empieza a convertirse en mujer y a quien le gusta ser admirada y deseada por los hombres. Estamos entonces ante un conflicto a la antigüita, entre un bravucón adinerado y un muchacho modesto y trabajador, quienes se pelean el amor de la muchacha bonita, sólo que esta vez sin serenatas alternadas al pie de un balcón.

¿Cómo logra el director que todo esto resulte divertido? Haciendo bien su trabajo, introduciendo pequeños y amables pasajes que a manera de flashbacks nos hablan más de los personajes, no haciendo una caricatura de ellos ni tomándoselo todo demasiado en serio; antes bien, encontrando el equilibrio entre un ligero melodrama y una comedia de costumbres que además nos regala diálogos riquísimos que fluyen de manera natural, sin imposturas.

Si bien la cinta de Hinojosa se permite momentos de franca comedia, como la sustitución de una oveja negra del rebaño o las debilidades del sacerdote del pueblo (estupendamente interpretado por Carlos Aragón), nada de ello rompe con el tono general de una película hecha con desenfado y evidente gusto por hacer cine, sin la obligación de mostrar influencias de vacas sagradas ni introducir guiños que remitan a esta o a aquella cinta.

Por el gusto de hacerlo; así de simple.

 

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