NUNCA PODRÍA SER TUYA

DIRECCIÓN: Amy Heckerling
TÍTULO ORIGINAL: The Constant Gardener (2005)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Amy Heckerling
FOTOGRAFIA: Brian Tufano
MÚSICA: Mike Hedges
DURACIÓN: 97 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Creo que si algo hay que agradecerle a Amy Heckerling y a su reparto al momento de hacer Nunca podría ser tuya, es su absoluta falta de pretensiones y su abierta disposición para divertirse haciendo una comedia realmente graciosa, que si bien tiende a pisarse la cola, satiriza el bajísimo nivel de la comedia televisiva dirigida a adolescentes.

La trama es sumamente ligera y tiene como protagonista a Rosie (Michelle Pfeiffer) una divorciada cuarentona, productora de una serie juvenil tipo Salvados por la campana, con una hija que empieza a dejar la infancia. En busca de rescatar el rating, la televisora propone incorporar a nuevos actores y personajes, entre los cuales no tarda en destacarse Adam (Paul Rudd), un joven de 29, con excelente timing para la comedia, que además se enamora de su nueva jefa.

Lo que uno esperaría ver convertido en un artificial melodrama sobre las diferencias entre ambos personajes, en realidad conserva su tono de comedia, poco complicado y agradablemente relajado. El conflicto —si tal existe— está determinado por los diálogos que Pfeiffer sostiene consigo misma y con la Madre Naturaleza (Tracey Ullman), quien todo el tiempo hace aflorar sus inseguridades.

Nunca podría ser tuya tiene momentos genuinamente graciosos que no necesariamente corresponden a la pareja protagónica. La breve aparición de Jon Lovitz arranca risas, tanto como varios momentos de Saoirse Ronan —la pequeña hija de Rosie—, quien, a punto de convertirse en una adolescente, monta con sus Barbies escenas llenas de neurosis y reelabora letras de canciones de Britney Spears, en las que la emprende contra las actrices y cantantes de moda e incluso contra el presidente George Bush.

Fiel a su género, la cinta no rehuye ciertas convenciones ni elude los momentos emotivos. Sin embargo, eso no significa que se tome en serio. Honestamente, uno se la pasa bien sin lecciones ni verdades sobre las relaciones de pareja y el amor.

Eso sí —y ahí viene lo malo—, la cinta desperdicia la oportunidad de tratar con mayor acidez la obsesiva búsqueda de juventud de algunas personas y el consecuente auge del negocio de la cirugía plástica. La secuencia inicial que acompaña a los créditos da una idea del dolor y de los afanes que enfrentan aquellos que se compran liposucciones y juventud en los quirófanos. Pero no va más allá. A final de cuentas Nunca podría ser tuya termina como una comedia desenfadada, pero indolora.

Extrañamente, la cinta nunca fue exhibida comercialmente en Estados Unidos, lo cual, a decir verdad, resulta un tanto injusto cuando se hace el balance.

 
 
 
 
 
       

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