NOCHES PÚRPURAS

DIRECCIÓN: Wong Kar-Wai
TÍTULO ORIGINAL: My Blueberry Nights (2007)
PAÍS: Hong Kong, China, Francia
GUION: Wong Kar-Wai, Lawrence Block
FOTOGRAFÍA: Darius Khondji, Pung-Leung Kwan
MÚSICA: Ry Cooder
DURACIÓN: 95 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

El primer filme en inglés de Wong Kar-Wai conserva la peculiar estética de neón, las transiciones temporales de otros trabajos; permite mostrar al público de Occidente que el hongkonés no es un director convencional, pero también habría que admitir que se trata de un relato sin rumbo cierto en el que uno puede perderse, arrebatado por su composición visual.

Noches púrpuras es, como buena parte de la obra de este realizador, una comedia de romances tristes, y al mismo tiempo la impostura de situaciones que no son, pero merecerían ser verdades, porque la verdad es que los cafés de Brooklyn, los bares de Memphis y los casinos de Las Vegas están lejos de ser los escenarios para la nostalgia que se nos plantea aquí... Vaya pues, incluso este grupo de hombres y mujeres derrotados que protagonizan las historias es demasiado hermoso para ser creíble.

Elizabeth (Norah Jones) es una chica que tras una ruptura decide refugiarse por varias noches en un café, atendido por Jeremy (Jude Law), un joven de Manchester que parece no haber tenido tampoco mucha suerte y que tiene cientos de historias para contar acerca de romances que han quedado interrumpidos.

Intentando rehacerse, Elizabeth inicia un viaje, primero a Memphis, Tenessee, donde inicia trabajando dos turnos como camarera en un restaurante y un bar, colocándose como espectadora del fin trágico de una relación entre un viejo policía (David Strathairn) y un "espíritu libre" (Rachel Weisz), que es su esposa.

Con transiciones marcadas por hermosos interludios musicales e imágenes de intenso colorido, Noches púrpuras avanza simplemente hacia el nuevo encuentro de la protagonista, esta vez en el estado de Nevada, con una jugadora de póker interpretada por Natalie Portman, otra mujer sin mucha suerte. Si muchos acusan a Wong Kar-Wai de haberse ido convirtiendo en un decorador de interiores, se debe a que el elemento humano va diluyéndose y perdiendo fuerza ante un montaje visual demasiado perfecto.

Sin embargo, el resultado no deja de ser bueno. Un poco plana y falta de fuerza en varios momentos, la reflexión inicial que elabora Jeremy sobre el sentimiento de rechazo se vuelve válida: al final del día, entre los postres que la gente pide para acompañar un café, hay algunos como el pastel de mora del que nadie come una sola rebanada. No hay nada de malo con él, como él explica, simplemente la gente prefiere otros.

Noches púrpuras es inevitablemente autorreferencial; a algunos les parecerá un postre demasiado azucarado de esos que no llenan. Con suerte, a muchos les gustará.

 
 
 
 
  

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