LA NIÑA EN LA PIEDRA

DIRECCIÓN: Maryse Sistach, José Buil
TÍTULO ORIGINAL: La niña en la piedra (2006)
PAÍS: México
GUION: José Buil; basado en un argumento de Maryse Sistach
FOTOGRAFÍA: Servando Gajá
MÚSICA: Eduardo Gamboa
DURACIÓN: 104 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

No deja de ser significativo que las reseñas y las críticas sobre cine mexicano aparezcan vinculadas una y otra vez a la palabra crisis. No hay duda tampoco de que detrás de muchas producciones hay un indudable esfuerzo por sacar un trabajo digno, pero se necesita mucho más de lo que muestra La niña en la piedra para pensar en que finalmente estamos cavando hacia arriba y que estamos saliendo del hoyo.

No basta —como puede leerse en la crítica de Rafael Aviña— con que la cinta se ubique en el lado opuesto al que ocupan productos televisivos como RBD o películas como Niñas mal (Fernando Sariñana, 2007), si los diálogos y las situaciones no aterrizan en una trama verosímil que guarde mayor semejanza con lo real y lo cotidiano. Dirigida por Maryse Sistach y José Buil, con un guion de este último, La niña en la piedra vale por la naturalidad en las actuaciones de Sofía Espinosa y Gabino Rodríguez, la pareja de adolescentes en torno a la cual gira el drama.

La historia ambientada en Tepoztlán, Morelos, pretende ser la de una anónima comunidad semirrural, en la que Gabino —hasta donde se ve, un buen muchacho de secundaria—, parece vivir enamorado de Mati (Sofía Espinosa), su compañera de clase, a quien corteja de manera un poco torpe y sin mucho éxito. Tras sentirse humillado y ser mal aconsejado por un par de amigos también en busca de desquite, Gabino acepta escarmentarla de una manera por demás violenta.

Basta ir a los diarios de mediados de 1998 para darse cuenta de que toda esta situación pretende en realidad adaptar el caso Sandra, una jovencita de 14 años de edad, a quien cuatro de sus compañeros de secundaria, Juan José, Isaac, Armando y Ricardo, de entre 14 a 16 años, intentaron violarla, la golpearon, la hirieron con piedras y con los cristales de una botella. Creyéndola muerta, la enterraron en los linderos de las minas del cerro de las Tres Cruces, en Iztapalapa, donde 48 horas después fue hallada viva, convirtiéndose en el tema más vendible de los noticiarios televisivos y algunos medios impresos durante los días siguientes.

Cuando uno escucha a Sistach y Buil declarar que esta película completa la trilogía fílmica sobre la violencia juvenil, después de Perfume de violetas (Nadie te oye) y Manos libres (Nadie te habla), es fácil asumir que ambos pretenden hacer cine de denuncia social. Si el numen es la violencia de género, la premisa no se sostiene; Gabino no es ni por mucho un agresor y la misoginia no es exactamente el patrón que siguen los personajes masculinos de este trabajo. Quizá por ello el recurso muestra a Mati como una suerte de Caperucita Roja, en medio del bosque, caminando hacia la boca de los lobos resulta tan poco efectiva o contundente.

Con los directores pasa lo mismo que con otros creadores mexicanos: se nota que no conocen bien los mundos que retratan; no hablemos sólo de este ambiente de las escuelas oficiales en el que los profesores parecen caricaturas, sino de esta idea distorsionada de autoridad, rebeldía y delito juvenil tan poco creíble dentro de un contexto como el que La niña en la piedra pretende.

Nominada a tres premios Ariel, y ganadora del Mayahuel a la Mejor Película Mexicana, en el 21 Festival Internacional de Cine en Guadalajara, la cinta no deja de parecer incompleta en cuanto a su mensaje, fallida en cuanto a múltiples encuadres y fotografía poco ambiciosa, y desperdiciada aun como relato de nota roja.

No deja de percibirse cierto tono clasista cuando los crímenes atroces se asocian con los ambientes marginales y lo bufo parece tan consustancial a las clases medias citadinas. La crisis de la que hablaba inicialmente tiene que ver también con la resistencia a romper determinados esquemas y la exploración de relatos de otra índole. Ahí están el talento y el esfuerzo de Sofía Espinosa y Gabino Rodríguez que ojalá no terminen desperdiciados sirviendo de soporte a las caras bonitas que protagonizan la oferta televisiva.

 

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