Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Cuando la empresa Animex produjo hace dos años su primera cinta, La leyenda de la Nahuala, el resultado hacía albergar esperanzas sobre un segundo largometraje. El tiempo, la experiencia anterior y el análisis autocrítico de lo que podía mejorarse tenían que haberse reflejado de alguna manera en Nikté, el nuevo intento del equipo encabezado por Ricardo Arnaiz por entrar en la disputa de un pedazo del mercado infantil.

Sin embargo, hay que ser así de claros, lo conseguido es visiblemente inferior en casi todos los aspectos, partiendo de un guion deficientemente construido, poca coherencia interna y un humor demasiado elemental como para generar momentos genuinamente divertidos o logrados en función de la aventura que pretende contar.

Nikté es una pequeña y soberbia niña, hija adoptiva de una familia humilde, quien sueña con ser tratada como una princesa, lo cual logrará después de engañar a su pueblo haciéndole creer a todos que ella es la soberana anunciada por una vieja profecía. Para su desgracia, ser la elegida no le trae lujos y comodidades, sino la responsabilidad de salvar a su pueblo de una plaga.

En el camino a cumplir con su destino, la historia de la niña se cruza con la de un chaneque llamado Chin, cuya aldea sufre de hambre, y quien ha tomado la encomienda de llevar una ramita de "tenmeaká", que habrá de salvar a los suyos.

Lo cierto es que, más que una historia bien armada, atractiva, la película ofrece una sucesión de gags poco simpáticos, aderezados con fastidiosas cantinelas que intentan ser graciosas a fuerza de ser repetidas una y otra vez. El trabajo de animación resulta sumamente disparejo y hay diferencias marcadísimas en las características de los personajes. Asimismo, más que buscar fundirse con éstos para prestarles su voz, algunos actores de doblaje invitados (caso muy específico del rockero Alex Lora) asumen un protagonismo exagerado que pone a la figura por encima de la película.

Toda comparación es chocante, pero es un hecho que la producción de Nikté muestra un retroceso respecto de su anterior cinta y acusa un rezago ya no sólo frente a la animación digitalizada de los grandes estudios estadounidenses, sino aun ante empresas de animación tradicional en México, como Anima Estudios, que muestran un mayor dinamismo . El esfuerzo de Ricardo Arnaiz es loable en cuanto a las temáticas y la búsqueda de una identidad propia, pero el resultado, me temo, no es suficientemente atractivo.