Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Anton (Mikael Persbrandt) intenta mostrarle a sus hijos y a un compañero de éstos que la violencia no es la respuesta para resolver problemas, así que decide enfrentar a un abusador, se deja abofetear por él sin devolverle un solo golpe para mostrarles que al usar la fuerza el agresor ya está vencido.

Sin embargo, uno de los muchachos no está seguro de que el sujeto haya aprendido la lección; está convencido de que hay que devolver el golpe y hacerlo con la suficiente fuerza para que el otro no vuelva a atreverse a levantar el rostro para abusar de otro.

Ganadora del Oscar 2011 como la mejor cinta en idioma extranjero, En un mundo mejor habla del estado del mundo y sus dilemas éticos: por un lado, qué hacer frente al poder despótico que abusa de los débiles, sobre todo cuando la razón y la determinación pacifista de los muchos parece impráctica. Por otro, cómo dar cauce a la rabia y la frustración sin violencia, y cómo hacer que el agresor pare.

Para Anton, como para su hijo mayor, Elías (Markus Rygaard), la respuesta no llega de la manera más fácil, sobre todo cuando por su origen sueco deben enfrentar la xenofobia de un sector danés con el cual tratan cotidianamente.

Elías es víctima de bullying escolar, pero no tiene la madurez ni las herramientas para enfrentarlo, así que su forma de sobrevivir es soportar la humillación día tras día. Para Anton, quien trabaja como médico en un campo de refugiados en África, la vía de la no agresión parece ser la más sensata; no obstante, la directora Susanne Bier y su guionista plantean con él algo aún más interesante, es decir, qué pasa cuándo ya no es suficiente evadir la violencia, sino que ésta toca a tu puerta y se planta frente a ti.

La cinta de Bier está llena de contrastes en el tono y las imágenes. Cada una de las historias que la componen son dramas intensos, pero ninguna se agota en mostrar miserias humanas o en profundizar las tragedias personales. El mundo mejor del título parece no ser otra cosa que ese ideal al que Anton intenta contribuir al embarcarse en misiones humanitarias en otro continente, pero al cual también aspiran sus hijos mientras en la escuela secundaria un tipo más fuerte y rodeado de cómplices los trata como ratas; el dilema para ambos es como frenar la violencia sin que ésta se vuelva y los acabe.