MORIRSE ESTÁ EN HEBREO

DIRECCIÓN: Alejandro Springall
TÍTULO ORIGINAL: Morirse está en hebreo (2007)
PAÍS: México, Estados Unidos
GUION: Jorge Goldenbergbr> FOTOGRAFIA: Celiana Cárdenas
MÚSICA: Jacobo Lieberman
DURACIÓN: 98 minutos

 
       

Héctor Campio López | @campiolopez

Sin ser un referente común para el público mexicano, la shivá, el proceso de duelo de los judíos ante la muerte, ocupa al director mexicano Alejandro Springall para ofrecer su segundo largometraje después de Santitos (1999).

Tal como su opera prima, Morirse está en hebreo se basa en un relato, en este caso un cuento, para mostrar aspectos de la religiosidad llevada a la práctica dentro de una comunidad. Se trata de un riesgo muy afortunado que da como resultado una comedia efectiva, bien escrita y narrada.

El título de la cinta de Springall trae de inmediato a la memoria el nombre de otra película estrenada hace unos años: Casarse está en griego (2002), que relataba en forma hilarante los sucesos alrededor de una boda celebrada según las costumbres griegas. No será falta de creatividad de Springall, sino de Ilan Stavans, el autor del relato base, quien decidió titularlo de esa manera. Ni modo.

Sin embargo, no hay que dejarse llevar por el prejuicio. El guionista Jorge Goldenberg construye alrededor de la muerte de un hombre judío mayor un conjunto de situaciones graciosas y sutiles, que se alejan de la parodia ramplona o a la caricaturización ridícula, ambas ya tan ordinarias en las comedias mexicanas.

El viejo Moshe (Sergio Kleiner) muere en una fiesta. Sus hijos Ricardo (David Ostrosky) y Esther (Raquel Pankowsky) reúnen a toda la familia en el domicilio de esta última para cumplir los siete días de la shivá. La congregación de personajes como un judío comunista, un abogado verboso, un sobrino que se prepara para ser rabino, el oficiante de la ceremonia, un policía y Julia (Blanca Guerra) la última amante del abuelo Moshe, entre otros, dan lugar a momentos chuscos, de conflicto y de tensión sexual.

La personalidad de Moshe, el personaje ausente y sin embargo protagonista, se dibuja a través de todos sus familiares y amigos. De todos ellos, son los dos hermanos (Ostrosky y Pankowsky) quienes proyectan la dimensión humana del finado a través de sus propios problemas emocionales.

Morirse está en hebreo toca otra forma religiosa poco vista en el cine nacional y las costumbres de la comunidad judía respecto a la muerte. La ignorancia del público promedio sobre esos asuntos -me incluyo- no es obstáculo para que la narración fluya sin necesidad de explicar para qué se emplean ciertas indumentarias o por qué las ceremonias se celebran de ese u otro modo. Profundidad suficiente hay en los diálogos para hacer de esta anécdota fúnebre algo disfrutable.

Con su cinta, Springall se permite tratar las costumbres judías sin folclorismos o solemnidades acartonadas. Tampoco le hace falta ser moralizante a la hora de cerrar su comedia. Su película hace notar, en buen momento, que México, así en el cine como en la realidad, ya no es un país que sólo le pone velas a la Virgen de Guadalupe.
 
 
 
 
       

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