UN MÉTODO PELIGROSO

DIRECCIÓN: David Cronenberg
TÍTULO ORIGINAL: A Dangerous Method (2011)
PAÍS: Reino Unido, Alemania, Canadá, Suiza, Estados Unidos
GUION: Christopher Hampton
FOTOGRAFIA: Peter Suschitzky
MÚSICA: Howard Shore
DURACIÓN: 99 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

La tensa relación profesional entre Sigmund Freud (Viggo Mortensen) y Carl Jung (Michael Fassbender) llega a la ruptura cuando sus perspectivas se vuelven irreconciliables, merced a la soberbia intelectual de uno, su frialdad analítica, su aparente reduccionismo al explicar la neurosis, pero también a las contradicciones profesionales de otro incapaz de mirar su propia enfermedad.

David Cronenberg propone ir a los primeros años del desarrollo del psicoanálisis como un novedoso método terapéutico que conseguía que los pacientes mejoraran y resolvieran conflictos causantes de su enfermedad hablando de ellos. Entre Freud y Jung irrumpe Sabina Spielrein (Keira Knightley), una paciente y aspirante a terapeuta que completa un triángulo intelectual y sin la cual es imposible mirar las virtudes y los defectos de carácter de cada uno.

Amante del segundo, con quien establece una turbulenta relación clandestina, Spielrein concilia al final la idea de ambos como personajes adelantados a su época. En uno logra reconocer la visión de quien abre una puerta para que otros la crucen; en el otro, la generosidad de no sólo mostrarle a los pacientes en lo que los convirtió su enfermedad, sino encaminarlos en un viaje donde los espera la persona que siempre quisieron ser.

Sin melodramas y en cambio con gran respeto por sus personajes, Cronenberg traduce en imágenes buena parte de los diálogos epistolares entre ellos, la discusión ética de sus planteamientos y aun sus fricciones intelectuales. La ruptura entre Freud y Jung queda sellada en cuatro o cinco escenas sencillas, breves y alternadas en las que se les ve leyendo cartas mientras se contrapuntean.

Si el austero montaje de un momento climático como éste funciona, se debe en gran medida a la interpretación de Fassbender y Mortensen, ambos contenidos, imperturbables y al mismo tiempo precisos en sus juicios, aun los más hirientes. Por otro lado, hay que reconocer el notable trabajo de Keira Knightley, cuya actuación permite ver la evolución de un personaje extraviado y emocionalmente desequilibrado a uno intelectualmente más complejo y dueño de sí mismo.

En el fondo, más que el estrecho vínculo que todos creen hallar en Un método peligroso entre cuerpo y mente (o en este caso sexo y psique), pues tal cosa resulta coherente con la obra y el discuro de Cronenberg, estamos ante una pieza correcta y posiblemente sin género que además es una proclama artística; no hay ningún método más peligroso que trabajar en la dirección que el instinto le dice a la inteligencia que es la correcta.

 
 
 
 
       

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