Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Fría, pesimista, posiblemente exteriorización creativa de un hombre que no quiere estar aquí, Melancolía, la nueva cinta de Lars von Trier es una pieza de ciencia ficción para suicidas, una guía para afrontar el apocalipsis y no morir en el intento.

Conectado a un prólogo preciosista que anticipa el colapso y la colisión que se acercan, este díptico narra los últimos días de la Tierra, cuya trayectoria está por encontrarse irremediablemente con la de un planeta de mayor tamaño, llamado Melancolía. El director plantea en este punto que la aceptación tranquila del fin del mundo sólo puede darse cuando el mundo personal colapsa y la existencia parece simplemente insoportable.

Esa premisa nos lleva a la historia de Justine (Kristen Dunst), una joven que justamente padece esa bilis negra de la depresión y la desesperanza, quien se ha propuesto afrontar con su mejor sonrisa una boda planeada como el último recurso de las personas a su alrededor para hacerla feliz, pero la cual terminará arruinada por su incapacidad para disfrutar. El contrapeso lo establece su hermana Claire (Charlotte Gainsbourg), un ama de casa perfectamente integrada que verá derrumbarse todo su mundo cuando las certezas de lo continuo y lo rutinario desaparezcan y tenga que enfrentarse a la fatalidad al entender que todo es inútil.

Así, los roles se modifican hacia la segunda mitad de la pieza. Mientras Justine empieza a esperar el fin del mundo como un escape a su tristeza, Claire parece decidida a mantenerse "adecuada" antes que aceptar extinción de todo lo que conoce, lo cual la lleva a una lucha consigo misma hasta conceder que la sabiduría estaba en la derrota.

Con todo y momentos de gran poesía visual en los que la luz azul del gigantesco planeta inunda todo y permite a los humanos darse baños de melancolía, el filme es un elogio de su caprichoso y depresivo autor, quien atribuye a su psicoanalista una frase que explica todo su último trabajo: "normalmente los melancólicos son más sensatos que la gente normal cuando se encuentran en una situación desastrosa, en parte porque pueden decir 'te lo dije'. Y también porque no tienen nada que perder".