MARÍA MAGDALENA

DIRECCIÓN: Garth Davis
TÍTULO ORIGINAL: Mary Magdalene (2018)
PAÍS: Reino Unido, Estados Unidos, Australia
GUION: Helen Edmundson, Philippa Goslett
FOTOGRAFÍA: Greig Fraser
MÚSICA: Hildur Guðnadóttir, Jóhann Jóhannsson
DURACIÓN: 120 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

María Magdalena traslada el protagonismo de los evangelios a una de las figuras alrededor de las cuales se han construido más mentiras o bien, de las que más han sido malinterpretadas, pues suele creerse que es la prostituta arrepentida de las Escrituras que, llorando, lavó con sus lágrimas los pies de Jesús, mientras los besaba y enjugaba con sus cabellos, lo que ha ocasionado que se le juzgue de manera errónea.

La película de Garth Davis sigue a María (Rooney Mara), una joven originaria de Magdala, un pueblo ubicado en la orilla oeste del Mar de Galilea, quien decide abandonar su hogar para seguir a Jesús de Nazaret (Joaquin Phoenix) en su camino a Jerusalén, mientras éste sana enfermos y anuncia la llegada del Reino de Dios.

Dirigida al público de nuestros días, la cinta no se queda en la recreación de episodios bíblicos; gran parte ocurre fuera de cuadro, entre los distintos pasajes que narran el ministerio público de Jesús, lejos de las multitudes, en los momentos de descanso de los discípulos, cuando juntos imaginaban lo que ocurrirá cuando llegara la hora del Mesías.

La historia reivindica el papel de la mujer como constructora de la Iglesia y divulgadora de la Palabra. Apóstol de los apóstoles, María Magdalena es investida de autoridad por el propio Jesús, quien ve en ella un puente para hacer llegar su mensaje a las mujeres de Israel, en medio de un contexto de opresión masculina.

Sin embargo, no estamos ante una obra herética; María no se enamora del hombre, sino de su poderoso mensaje: “El mundo sólo cambiará en la medida que nosotros cambiemos”, y su importancia es tal que se convierte en la primera a la que el Señor se manifiesta resucitado.

Si los papeles de Jesús y Magdalena son notables, mención aparte merece Judas (Tahar Rahim), a quien el guion dibuja como un discípulo honesto, pero equivocado, que no puede terminar sino decepcionado por su propia expectativa de lo que sucedería en Jerusalén.

Por el simple hecho de alejarse de lo canónico e invitar al espectador a reflexionar sobre las posibilidades de los personajes y su riqueza más allá de los escritos sagrados, María Magdalena merece un lugar al lado de Los últimos días en el desierto (Rodrigo García , 2015) como una pieza marginalmente subversiva que vuelve profundamente humanos a los solemnes personajes bíblicos, siempre tan impostados.

 
 
 
 
       

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