UN LUGAR EN SILENCIO

DIRECCIÓN: John Krasinski
TÍTULO ORIGINAL: A Quiet Place (2018)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Bryan Woods, Scott Beck, John Krasinski
FOTOGRAFÍA: Charlotte Bruus Christensen
MÚSICA: Marco Beltrami
DURACIÓN: 90 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

La cinta de John Krasinski, Un lugar en silencio, es un ejercicio sofisticado tanto como arriesgado, pues consigue sumergir al espectador en un estado de tensión permanente que obliga, al igual que sucede en pantalla, a moverse lo mínimo indispensable, sin sobresaltos y a no emitir ruido alguno por encima del sonido de un susurro.

Nos hallamos en un tiempo y lugar indeterminados. Algo ha sucedido en el mundo y apenas algunas personas continúan vivas; sólo sabemos que unas criaturas monstruosas se han apropiado de todo pese a estar ciegas por completo, pero tienen una extrema sensibilidad auditiva que les permite llevar a cabo una muy efectiva cacería de humanos.

En este hostil contexto en el que apenas se sobrevive, una pareja (el propio Krasinski y Emily Blunt) y sus tres hijos (Millicent Simmonds, Noah Jupe y Cade Woodward) han aprendido a conducirse y a crear un entorno libre de ruido. Descalzos, sin platos o utensilios de cocina, obligados a someterse a una fuerte disciplina y usar un lenguaje de señas para comunicarse.

El guion va poblando la escena de sencillos detalles que representan enormes amenazas para la familia. La primera y más importante es que la madre está embarazada y no parece haber forma de que un parto suceda en la absoluta calma o que el normal llanto de un recién nacido no rompa la paz de un lugar donde sólo al viento le es permitido jugar en los sembradíos.

De alguna manera deudora de Señales, de M. Night Shyamalan, esta pieza posee –como sugiere Eric Kohn, de IndieWire– un terror minimalista, en el que cada paso, tropiezo o movimiento repentino tiene el potencial de provocar que todo salga mal y se vuelva una pesadilla.

Si Blunt, Krasinski y Jupe aportan una intensidad creíble a sus escenas Millicent Simmonds, quien es sorda en la vida real –y por supuesto en la cinta–, se convierte quizá en el personaje clave de la historia, pues mientras su padre se esfuerza en corregir su discapacidad, este clan debe en gran parte su sobrevivencia al fracaso para arreglar su implante coclear, pues ello los hace perfeccionar sus formas de comunicación silentes.

El mérito del realizador es que pese a tener a Industrial Light y Magic detrás, en el diseño de los monstruos de su historia, es la humanidad en su sentido amplio lo que importa aquí.

 

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