LUCY

DIRECCIÓN: Luc Besson
TÍTULO ORIGINAL: Lucy (2014)
PAÍS: Francia
GUION: Luc Besson
FOTOGRAFÍA: Thierry Arbogast
MÚSICA: Eric Serra
DURACIÓN: 89 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Lucy, de Luc Besson, tiene un sabor extraño a estafa. A lo largo de sus 90 minutos de duración, la cinta es una mezcla de acción frenética y pseudo ciencia ficción que parte de una premisa más o menos razonable para desdoblarse en varios sinsentidos y escenas de caos surrealista.

En el principio, asistimos a la conferencia que dicta un experto en evolución (Morgan Freeman), quien al hablar de los terrenos de la mente humana y su potencial dormido, afirma que el hombre sólo utiliza el diez por ciento, así que el gran desafío de nuestra especie está en trascender los límites y descubrir qué hay al otro lado.

Simultaneamente conocemos a la Lucy del título (Scarlett Johansson), una joven estadounidense que durante una visita a Taipei es embaucada por su novio, un tipejo que la obliga a participar en una operación de tráfico de drogas. Convertida a la fuerza en una mula, Lucy termina con un paquete en el vientre de una poderosa droga sintética (CPH4), que tras un incidente se libera en su organismo.

Su memoria, su conciencia del mundo y de sí misma se expanden gradualmente, lo mismo su capacidad de asimilación. La protagonista se va volviendo fría e inexpresiva; sin embargo, antes de desaparecer y convertirse en una autómata en extremo analítica, Johansson hace una llamada telefónica a su madre, en la que le explica cómo se ha ensanchado todo en su mente y cómo ahora es capaz de sentir la rotación de la Tierra y aun de recordar sus primeros días de vida.

Aunque hay en la película algunos ecos de Ella (Spike Jonze, 2013) y Trascender (Wally Pfister, 2014), en las que la acumulación de conocimiento y experiencias hacen evolucionar a sus personajes, Besson regala a su protagonista habilidades sobrehumanas, supuestamente derivadas de su hiperdesarrollo intelectual. Lucy puede manipular la realidad, ser dueña del tiempo y el espacio, jugar con el resto de la humanidad como muñecos de trapo. La historia tiene, pues, la firma de muchas de las películas del realizador francés, con sus heroínas inusuales en situaciones límite.

Resultado de un guion caprichoso, el conocimiento acumulativo de la protagonista va detonando situaciones más y más absurdas que apenas pueden encontrar comprensión si se asume que estamos ante un filme de clase B que simplemente se apropia del lenguaje y los códigos de las historias de superhéroes, de modo que Lucy simplemente parece un elemento equivocado, un ser fantástico en un thriller realista de gangsters asiáticos. Casi ridículo, fuera de lugar.

 

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