Melina Roa

El guion, la imagen, la dirección, el ritmo, la música, los personajes; todos son aspectos fundamentales para que una película funcione.. Pero debe haber algo más, algo que haga de esa película una obra de arte: que exprese lo que el espectador siente. En el caso de Los inadaptados (The Misfits, 1961), el principal sentimiento de esta historia, es el de saberse solo, incomprendido, sin rumbo en la vida, aunque aparentemente haya planes, negocios, aventuras, nuevos lugares y personas por conocer; llega el momento en el que todo esta a la mitad y en el que la gente, el tiempo y la vida siguen su curso, sin nosotros.

Siempre me he sentido una inadaptada y no existe ninguna película como The Misfits (excelente titulo) para hacerme ver que así como yo, hay otras piezas que nunca terminan de embonar en el rompecabezas de la sociedad.

¿Quiénes son los inadaptados del título? Gay Langland (Clark Gable), un vaquero sin ninguna otra ilusión más que la de ganar suficiente dinero para retirarse, hasta que un día llega a su vida Roslyn (Marilyn Monroe), una mujer que justamente empieza a atravesar una etapa de profunda soledad, introspección y búsqueda, y que acaba de llegar junto con su mejor amiga (Thelma Ritter), al estado de Reno para divorciarse.

Cuando Gay y Roslyn se conocen, inmediatamente se sienten atraídos el uno hacia el otro: son dos seres que se encuentran, cada uno por su lado, en un periodo de incertidumbre en sus vidas en el que no saben a dónde ir ni qué es lo que les espera al final, si es que aún les espera algo. En esta odisea, intervienen dos inadaptados más, que muestran una faceta de los vaqueros muy diferente a la que se había visto hasta entonces en el cine, pero que agranda la figura de estos hombres de campo y profundiza en su personalidad.

El primero, es interpretado con gran soltura y una increíble naturalidad por Eli Wallach, quien, al igual que Marilyn, estudió actuación en el Actor's Studio, y quien en esta película aparece como un hombre solo que parece estar esperando solamente la llegada de una hermosa mujer a su casa vacía para darle sentido a su existencia (a juzgar por las fotografías de Marilyn Monroe de la década de los 50 que adornan las puertas de su ropero).

Asimismo, tenemos a Montgomey Clift, en el papel de vaquero joven, pero acabado prematuramente por los excesos, por su propio descuido, por el olvido de sí mismo y que sería completamente feliz si tan sólo pudiera estar en brazos de esta rubia eternamente.

Y hablando de eternidad, Marilyn Monroe. En ésta que fue su ultima película completa —murió sin terminar Something's Got to Give—, tiene una de las actuaciones con más significado en la historia del cine. Por momentos, parece no estar actuando; es sencillamente como si la cámara la hubiese filmado en los instantes en que vive lo que su personaje hace y dice. Es emocionante verla, su personalidad ilumina la pantalla. Si uno observa las actuaciones de Marilyn a lo largo de su filmografía, notará que tiene registros muy distintos, desde sus comienzos es divertida, algo insegura, pero completamente encantadora; después, en su etapa de fama indiscutible a Technicolor y en Cinemascope, es arrolladora, absolutamente seductora e impactante. Al final, en su obligadamente temprana madurez, se proyecta única e inolvidable.

Los inadaptados es la mejor película que he visto. Si el cine tuviera que tener un solo rostro, yo le pondría el rostro de Marilyn Monroe y Clark Gable abrazados en la noche, viendo las estrellas, yendo hacia ellas, sonando con ellas, siendo ellas.