LA LEY DE HERODES

DIRECCIÓN: Luis Estrada
TÍTULO ORIGINAL: La Ley de Herodes (1999)
PAÍS: México
GUION: Luis Estrada, Vicente Leñero, Jaime Sampietro, Fernando Javier León Rodríguez
FOTOGRAFÍA: Norman Christianson
MÚSICA: Santiago Ojeda
DURACIÓN: 120 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Es difícil saber si La Ley de Herodes contribuyó de alguna manera a la derrota electoral del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 2000. Retadora y áspera, la cinta de Luis Estrada era también era una feroz e inteligente sátira en la que los personajes resultaban ser auténticos arquetipos perfectamente reconocibles en nuestro imaginario colectivo, después de 71 años de un solo grupo político en el poder.

Víctima de una maniobra de Eduardo Amerena, entonces director del Imcine, quien estaba decidido e hizo cuanto pudo para que la película no afectara "el desarrollo de las elecciones presidenciales", La Ley de Herodes explicitaba la responsabilidad del PRI en la construcción de un país en el que la palabra corrupción había reclamado denominación de origen, en el que la pobreza insultante era escondida y los estallidos sociales eran explicados como obra de “pinches indios resentidos” opositores del progreso social.

La historia sucede en San Pedro de los Saguaros, una comunidad miserable y seca, perdida en alguna región olvidada de México, a la cual es enviado Juan Vargas (Damián Alcázar) a llevar la modernidad y la justicia social prometidas por el presidente Miguel Alemán, luego de que el pueblo terminara linchando al anterior presidente municipal.

Vargas recibe dos cosas para ejercer la autoridad: una Constitución y una pistola. Su administración, sin embargo, no se vale de la ley para gobernar, sino de la improvisación, las ocurrencias, las mentiras, la arbitrariedad y la pistola.

El guion, en el que también colabora Luis Estrada, no deja salvo a otros actores, al reconocer que sin ellos, el PRI no habría estado siete décadas en el poder. Ahí están, el sacerdote cómplice que cobra pecados en efectivo; el viejo panista, crítico duro, conservador, pero arropado al fin por un sistema que le permite tener sus pecadillos ocultos. Incluso en ese contexto alemanista no dejan de advertirse referencias veladas al PRD, que surgiría unos 40 años después.

La cinta incorpora a la trama alusiones a las prácticas priistas como el dedazo o el crimen político como método de solución de conflictos. Recoge frases del ideario priista como “el que no transa, no avanza”, “están jodidos porque quieren”, “en este país el voto se respeta y no es nuestra culpa que la gente siempre vote por mi partido”.

Doce años después de aquella cinta, que a la postre fue el augurio de su derrota en las urnas, el PRI se encuentra otra vez en la antesala de la Presidencia de la República, aunque hay lugares de los que nunca se fue y donde el mensaje de la película sigue vigente. Quizá valdría la pena reeditarla, añadirle 12 minutos y darle un poco más de cámara a quienes permitieron su regreso (Texto del 16 de abril, 2012).

 
 
 
 
  

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