JOHNNY Y JUNE: PASIÓN Y LOCURA

DIRECCIÓN: James Mangold
TÍTULO ORIGINAL: Walk the Line (2005)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: James Mangold y Gill Dennis, basados en los libros Man in black y Cash: The autobiography
FOTOGRAFÍA: Phedon Papamichael
MÚSICA: T. Bone Burnett
DURACIÓN: 136 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Habrá quien diga que la biografía fílmica de Johnny Cash (Walk the line) es demasiado parecida a Ray, la cinta protagonizada por Jamie Foxx en la que se narra el ascenso artístico y derrumbe personal de Ray Charles. La verdad es que ambas guardan grandes similitudes, y ese es el primer aspecto con el que tiene que lidiar esta cinta.

De inicio, vemos la infancia de Cash, quien aparece como el segundo hijo de una familia pobre, dedicada a la pizca de algodón. Al igual que en Ray, la muerte trágica de su hermano mayor se convierte en el fantasma que sigue al protagonista durante toda su vida. Pero éste no es el único paralelismo: a lo largo de dos horas las similitudes radican también en su precario arranque artístico y su ascenso indisolublemente ligado a las drogas y a la ruptura familiar.

La cinta realmente despega hasta que se cumple la primera media hora. El planteamiento no es particularmente interesante; sin embargo todo cambia cuando el hombre se para en un escenario y se le escucha decir "Hola, soy Johnny Cash". En ese momento algo pasa; Joaquin Phoenix se transmuta, se convierte realmente en el icónico cantante y la película toma otra perspectiva.

Es entonces cuando entra a escena June Carter (Reese Witherspoon), a quien Cash persigue a lo largo de diez años, no sólo abajo, sino también arriba de los escenarios que comparten. La actriz, casi siempre ligada a la imagen de Legalmente rubia, tiene una chispa y un desparpajo que hacen imposible no amarla.

Y sin embargo no es sólo ella, ya que los duetos que ambos realizan son gloriosos (esperen a escuchar "Jackson"). El mérito actoral va más allá, pues lejos de limitarse al play back, Phoenix y Witherspoon hacen —como en el pasado ya lo había hecho Kevin Spacey al interpretar a Bobby Darin— su propia interpretación de los temas, poniéndolos incluso en el soundtrack de la película con la ayuda del director musical T. Bone Burnett.

Aunque no ahonda demasiado en ello, el filme no se olvida de que Cash llegó a ser el cantante de los desheredados. Justamente, la primera y una de las últimas secuencias se ubican en 1968, cuando grabó un disco en la prisión de Folsom, que años antes había sido su pretexto para escribir el tema "Folsom Prison Blues".

El hecho es que al final hay un gusto agridulce en el resultado de este filme. Por más que los actores lo intenten llevar más allá, el discurso a propósito de lo romántico se ahoga en lo convencional, condenando todo el trabajo al elogio del reparto y de la música, pero a un pronto olvido.

Resumiendo, el trabajo de James Mangold resulta disparejo, aunque bueno en esencia. Los errores de una biografía como ésta radican en que luego de mostrar las fisuras de la estrella musical, la historia lo redima y lo absuelva por completo bajo el argumento ridículo de que el amor lo cura todo.

Llama la atención, por cierto, que las distribuidoras últimamente parecen haberse convertido en el peor enemigo de sus productos. Mientras en la Unión Americana la biografía de Johnny Cash recibió el título de una de sus canciones más emblemáticas (Walk the Line), en nuestro país recibió el insípido nombre de Johnny y June: pasión y locura, que más evoca una película de patinadores adolescentes que otra cosa.
 
 
 
 
       

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