JCVD

DIRECCIÓN: Mabrouk El Mechri
TÍTULO ORIGINAL: JCVD (2008)
PAÍS: Estados Unidos, Reino UnidoFrancia, Bélgica, Luxemburgo
GUION: Mabrouk El Mechri, Frédéric Bénudis, Christophe Turpin
FOTOGRAFÍA: Pierre-Yves Bastard
MÚSICA: Gast Waltzing
DURACIÓN: 97 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Jean-Claude Van Damme fue protagonista de más de 30 cintas de acción y artes marciales que hoy todavía muchos considerarían dirigidas a un público mayormente obtuso. Como muchos otros, el actor belga siempre fue juzgado por los proyectos de ínfima calidad y alto consumo en los que intervenía, y hasta hoy ninguno de nosotros habría apostado un solo centavo a que el hombre pudiera ir más allá y mostrar más de lo que sus películas decían de él.

A sus 48 años y con todo ese lastre detrás, Van Damme simplemente decidió hacer su mejor película, interpretándose a sí mismo y representando, en un arresto de valentía, una historia que bordea la realidad y la ficción sobre su decadencia como actor. Así, JCVD lo muestra a punto de derrumbarse por completo, sin dinero, trabajando por necesidad en filmes mediocres destinados al mercado del video y a punto de perder la custodia de su hija.

De regreso en su hogar natal, en Bélgica, el único lugar donde la gente aún lo reconoce y le pide autógrafos, el actor se ve envuelto de pronto en una crisis de rehenes al interior de una oficina de correos donde intenta realizar una transferencia bancaria para pagar a sus abogados. En medio de su crisis personal, Van Damme no sólo tiene que lidiar con el hecho de que la policía lo ubique erróneamente como el asaltante de la sucursal, sino que dentro todos esperen que se comporte como un héroe de película.

El mayor reto que asume el director frances Mabrouk El Mechri es aproximarse no a una figura que ha caído después de alcanzar grandes alturas, sino a un personaje sin reconocimientos, que la crítica y los autodenominados cinéfilos han menospreciado sistemáticamente, que sigue disputándose papeles con Steven Seagal, su principal rival en el cine de acción de bajo presupuesto.

Basta con tener esas mínimas referencias de su trabajo para apreciar los minutos en que el actor abandona la escena para abrirse frente a la cámara y desnudarse en un monólogo desolado en el que habla de sus sueños de juventud y confiesa cómo inició su carrera en la cocaína cuando la celebridad dejó de ser suficiente para darle emoción a su vida. Ante una de las escenas más emotivas y sinceras, es imposible saber si Van Damme busca perdonarse a sí mismo tratando de encontrar el punto donde todo se fue a la mierda, para empezar de nuevo a sus 48 años.

Una película que ninguna empresa distribuidora tuvo el valor de llevar a las salas, pero que en su rareza vale cada peso.

 
 
 
 
       

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