IRAQ, DERECHOS INHUMANOS

DIRECCIÓN: Errol Morris
TÍTULO ORIGINAL: Standard Operating Procedure (2008)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Errol Morris
FOTOGRAFÍA: Robert Chappell, Robert Richardson
MÚSICA: Danny Elfman
DURACIÓN: 116 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Con el ridículo título en español de Iraq, derechos inhumanos, el documental Standard Operating Procedure del neoyorkino Erroll Morris plantea un único hecho incontrovertible: las fotografías que muestran los abusos y humillaciones por parte de soldados estadounidenses contra prisioneros de la cárcel de Abu Ghraib desempeñarán un papel crucial para mostrar que en en Irak, como antes en Vietnam, los americanos no fueron ni héroes ni salvadores.

El trabajo no se agota en el espectáculo de la barbarie ni en el enjuiciamiento moral de sus protagonistas. Morris exige constantemente del espectador y le impide colocarse en uno de los lados de la línea. Junto a las fotografías de Lynndie England y Sabrina Harman sonriendo y posando junto a prisioneros vejados o muertos, el realizador coloca otras imágenes ampliamente difundidas que en su momento indignaron a la opinión pública.

Entre ambos grupos de fotos, explica un exagente de investigaciones criminales del ejército, hay diferencias. Para efectos procesales unas muestran actos delictivos mientras que en el resto se ve un procedimiento estándar. Es ahí donde se encuentra realmente el tema de la película, porque a través del relato que hacen cinco de los siete soldados castigados por la brutalidad de Abu Ghraib es posible hacer una lectura más amplia de esa realidad limitada que muestran las imágenes.

Someter a los presos a posturas físicas extenuantes, mantenerlos desnudos, atados, privarlos del sueño o cubrirles la cabeza con capuchas para desorientarlos o con ropa interior femenina para humillarlos era nada más parte del repertorio de acciones permitidas y aun sugeridas por el alto mando militar para quebrantar su voluntad antes de un interrogatorio. Sin embargo, ningún mando superior a sargento segundo fue procesado por ello.

Un hecho más importante es que en las fotografías no hay torturas, hay mayormente humillación. Las torturas, las golpizas, las muertes se daban fuera de cámara, en los interrogatorios, pero el mundo decide escandalizarse por la estupidez de un grupo conformado casi totalmente de jóvenes que ádemás tenían tres cámaras fotográficas.

Lo paradójico del caso es que Sadam Husein no cayó como consecuencia de los interrogatorios realizados en aquella cárcel. Los jóvenes que aparecen a cámara son tan culpables como uno quiera verlos, porque lo cierto es que a diferencia del secretario de la Defensa, Donald Rumsfeld, y el jefe de operaciones en Irak, Ricardo Sanchez, ellos sí perdieron su buen nombre. Todos asumen que hicieron mal, explican pero no rehuyen su responsabilidad; Erroll Morris tampoco los exculpa y eso hace que sea más difícil para un público ver un hecho como este sólo en blanco y negro.

 

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