INDIANA JONES Y EL REINO DE LA CALAVERA DE CRISTAL

DIRECCIÓN: Steven Spielberg
TÍTULO ORIGINAL: Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull (2008)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: David Koepp; basado en un argumento de George Lucas y Jeff Nathanson
FOTOGRAFÍA: Janusz Kaminski
MÚSICA: John Williams
DURACIÓN: 122 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Indiana Jones acusa ya un severo cansancio. Después de 19 años ausente, su regreso carece de propósito, sus aventuras han perdido energía y todo alrededor de él ha dejado de reservarnos sorpresas. Indiana Jones no ha regresado, pues, a contarnos la mejor de sus historias. Todo lo contrario.

El reino de la calavera de cristal guarda semejanza con las anteriores aventuras que se ocupaban de extrañas y poderosas reliquias que obligaban al protagonista a viajar en busca de lugares míticos que custodian un poderoso secreto. En este caso, el Dr. Henry Jones, Jr., es secuestrado por una caricatura soviética llamada Irina Spalko (Cate Blanchett), quien intentará usar sus habilidades y sus conocimientos para, primero, encontrar un enigmático cráneo de cristal, y segundo, dar con una supuesta ciudad de oro fundada en la selva peruana que guarda un poder ilimitado para quien llegue a ella.

Las vertiginosas persecuciones al borde de abismos profundos, los combates de equilibrio en situaciones extremas; todo ello ha perdido magia. No hay reto en ello; se trata de imágenes generadas por computadora, el ojo las percibe, pero el cerebro se resiste ya a creer en ellas.

En gran medida, la relevancia de esta cinta está anclada en el pasado, atada a la figura de Harrison Ford, a quien se le termina negando un gran retiro como Indiana Jones. Esta cuarta parte de la saga no es (y de veras no lo es) mejor que La leyenda del tesoro perdido (Jon Turteltaub, 2004) y su innecesaria secuela, con sus acertijos cifrados en códigos precolombinos, una pareja dispareja que aporta la dosis de humor y ruinas prehispánicas que resultan ser máquinas de movimiento como las de Da Vinci, más que adoratorios y piedras de sacrificio labradas por salvajes.

En los ochenta, Indiana Jones dejó de ser una película para convertirse en un acontecimiento que generó expectativas a su regreso. Irrita que esto sea lo mejor que hayan podido hacer después de dos décadas, pues el resultado final sólo puede ser del gusto de quienes llegan rendidos a su butaca. Si bien existen pequeños tramos que rescatan ese gusto clásico de los filmes de aventuras, en su mayoría la fantasía ha sido groseramente sustituida por paisajes y animales hechos en una Mac.

Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal es sólo entretenimiento y durante largos ratos ni eso. Sus últimos 20 minutos son ejemplares para un guion que presumiblemente habría tardado 19 años en llegar a las manos de George Lucas y Steven Spielberg. Aunque su personaje siga siendo un buen tipo, se ha vuelto viejo. También ambos realizadores; ahora parecen gustarles las películas malas y los finales gratuitos, ruidosos y vacíos.

 
 
 
 
  

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