HOMBRE PELIGROSO

DIRECCIÓN: Andrew Niccol
TÍTULO ORIGINAL: Lord of War (2005)
PAÍS: Estados Unidos, Alemania, Francia
GUION: Andrew Niccol
FOTOGRAFÍA: Amir M. Mokri
MÚSICA: Antonio Pinto
DURACIÓN: 122 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

El mundo camina hacia su propia destrucción. Cualquier argumento, cualquier discurso que se base en una premisa así, debe, por fuerza contar con dos elementos importantísimos: inteligencia e imaginación. Lo demás es quemar banderas afuera de una embajada o hacer apologías de seres decadentes y ridículos.

Algo así le pasó a Michael Moore. Cuando escribió y dirigió Masacre en Columbine, su objetivo de hacer un documental sobre la hipocresía del gobierno estadounidense en el tema de las armas se cumplió de manera brillante; más tarde, con el empuje de ese primer trabajo se lanzó a la aventura de hacer Fahrenheit 9/11, que no fue más allá de un simple panfleto político.

En Hombre peligroso (Lord of War), Andrew Niccol encontró la imaginación. Su tema es el tráfico de armas, el negocio de la guerra y la estúpida carrera de los poderosos por derrotar a sus adversarios mediante el miedo.

Para contar esa historia, el director tomó a Yuri Orlov (Nicolas Cage), un joven de origen ucraniano que vive en Nueva York y descubre, apenas empezada la década de los ochenta, que puede beneficiarse de la humana tendencia de querer matarse unos a otros.

El reto para el realizador era acometer esta tarea sin parecer un predicador barato tipo Bono, y lo logró con base en un guion inteligente, satírico e intencionadamente inverosímil.

Su personaje vende armas en los mejores escenarios (Medio Oriente, Centroamérica, los Balcanes, África occidental) y se hace de mercancía barata en las ex repúblicas soviéticas en medio del caos por la desintegración. No hay, pues, dictador o genocida a quien no venda mercancía porque a final de cuentas nunca toma posición.

El secreto, el elemento que convierte a este Orlov en un tipo interesante, no es la lectura que hacen los otros de él como un sujeto despreciable que comercia del sufrimiento de otros. Por el contrario, es su absoluta ausencia de cuestionamientos morales lo que le da otra perspectiva. Su actividad no le impide ser un buen esposo y padre, tener un piso en Manhattan y llevar una vida pulcra y bonita.

Su némesis, el agente de Interpol Jack Valentine (Ethan Hawke) es todo lo contrario, es la cara de esa sociedad con moral que censura, que se indigna ante el delito y que cree que el mundo puede ser cambiado con la justa ley y un puñado de policías honestos.

Además, el filme es entretenidísimo; los juicios del protagonista son filosos y las imágenes son elocuentes (esperan a ver la secuencia que muestra cómo una comunidad en Sierra Leona logra desmantelar por completo un avión carguero, mientras Cage hace un comentario lleno de humor negro, pero difícilmente más atinado).

No obstante, Hombre peligroso no carece de profundidad. Los últimos diez minutos son apabullantes y hacen una crítica frontal. Tendría que reconocerse incluso que el parlamento en el que Orlov explica la utilidad de los traficantes de armas, una vez que ha sido aprehendido por las autoridades, resulta por demás valiente en momentos en los que hasta la actuación de los Rolling Stones en el Superbowl es víctima de la censura.

Por el contrario de su personaje, Andrew Niccol tiene una postura y toma posición con su película. Al convertir a su protagonista en un cínico, se evita discursos moralistas que no necesita. Su trabajo, pues, es entretenido y francamente bueno.

Dos notas al margen. Para aquellos a quienes les gustaron los anteriores trabajos de Niccol como director y guionista (Gattaca , El show de Truman, La terminal, S1m0ne), éste seguramente les gustará. Finalmente, el arte en el cartel de esta película es notable, hay que verlo de cerca para apreciarlo a detalle.

 
 
 
 
       

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