HOMBRE DE FAMILIA

DIRECCIÓN: Brett Ratner
TÍTULO ORIGINAL: The Family Man (2000)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: David Diamond, David Weissman
FOTOGRAFIA: Dante Spinotti
MÚSICA: Danny Elfman
DURACIÓN: 125 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Allá por 1991, recuerdo haber escuchado una frase en una serie de televisión que afirmaba que los ricos no son felices. “Desde el día en que nacen, hasta el día en que mueren, creen que son felices, pero créeme... no lo son”. Como chiste está muy bien. El problema es que alguien se lo haya tomado tan en serio como para hacerlo película y, encima, creérselo. Ésa es la primera y más importante cuestión por la que Hombre de familia resulta tan mal filme.

Para empezar, la cinta se basa en un dilema bastante pueril. Jack Campbell (Nicolas Cage) trabaja al frente de una importante firma de Wall Street, vive en el penthouse de un edificio en la Quinta Avenida de Manhattan, cuenta con un traje de Ermenegildo Zegna para cada día del mes, un Ferrari en la cochera y suficiente galanura para tener a modelos de Victoria's Secret tocando a su puerta. Jack se encuentra, pues, en lo más alto de su carrera y como no tiene familia, se puede dar el lujo de trabajar el día de Navidad con tal de cerrar un negocio importantísimo.

No obstante, una noche, mientras regresa a su casa y para en una tienda para abastecerse de jugo, se ve obligado a jugarse la vida evitando un atraco, enfrentando a un delincuente callejero (Don Cheadle) quien lo confronta, preguntándole si cree tenerlo todo en la vida y le ofrece mostrarle una versión alterna de la misma.

Tratando de superar el mal trance, el exitoso ejecutivo de Wall Street se va a dormir, sin saber que a la mañana siguiente despertará en los humildes suburbios de Nueva Jersey, como un hombre de clase media, al lado de Kate (Téa Leoni), su antigua novia a quien dejó para irse a Londres a estudiar.

Este nuevo hombre maneja una Windstar para seis personas, trabaja en una tienda de llantas y tiene que atender a dos hijos pequeños, uno de los cuales necesita todavía cambio de pañales. La situación, según nos la presenta el mismo director, es una pesadilla, y en eso todos estamos de acuerdo.

La cosa no es que seamos unos insensibles muros de piedra, sino que uno se siente insultado por un director y un guionista, que deciden, por sus tejocotes, que el personaje necesita una oportunidad para redimirse por el pecado de trabajar mucho, ser bueno en su trabajo, ganar dinero por lo que hace y —lo más grave— no necesitar de una familia con mamá-papá-hijos-abuelos-perro para ser feliz.

Y no es que la película no sea “bonita”; de hecho lo es. La desgracia está en que el director, Brett Ratner, hace una versión de Cuento de Navidad que nadie en su sano juicio le compraría, ya que al final uno termina pensando que si lo que hace Don Cheadle en el filme es la idea de lo que hacen los ángeles por uno, más vale volverse ateo o conjurar al diablo que, a juzgar por lo que vemos en la primera parte de la película —dinero, ferraris y mujeres en lencería— es bastante más eficiente.

Lo más difícil de Hombre de familia —más allá de un puñado de buenas actuaciones y de los contrastes económicos muy bien marcados— es quedarse callado mientras intentan chantajearlo a uno con recursos verdaderamente ridículos.

Por si fuera poco, la moraleja del filme es de una pobreza superlativa: no aspires, no apuntes alto, confórmate; una casa hipotecada es mejor que un piso en Nueva York; si tienes oportunidades, recházalas y usa a los niños como escudo humano... recuerda que todo lo que no haces , lo haces por tus hijos. Qué desperdicio.

 
 
 
       

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