EL HOMBRE DE ACERO

DIRECCIÓN: Zack Snyder
TÍTULO ORIGINAL: Man of Steel (2013)
PAÍS: Estados Unidos, Canadá, Reino Unido
GUION: David S. Goyer; basado en los personajes creados por Joe Shuster y Jerry Siegel
MÚSICA: Hans Zimmer
FOTOGRAFÍA: Amir Mokri
DURACIÓN: 143 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

A finales de los años ochenta, el dibujante y guionista inglés John Byrne pensaba que había que reinventar a Superman, pensarlo como un héroe de una época distinta en la que conceptos como el mal o la justicia se volvían relativos en ámbitos sociales complejos y en la que las amenazas no podían ser detenidas por un solo hombre bueno. El personaje comenzó a cuestionar su papel en el mundo y a enfrentar decisiones éticas más difíciles que lo orillaron en algún momento a matar a tres criminales, por el asesinato de miles de personas.

El Hombre de Acero intenta ser una puesta al día del héroe y lo logra notablemente durante su primera hora. Los realizadores vuelven a los orígenes del personaje, la destrucción de su planeta natal Krypton y su llegada a la tierra, donde es adoptado y criado por una pareja de Kansas interpretada por Kevin Costner y Diane Lane. Ahí están los mejores momentos del filme; una historia sencilla y emotiva sobre un niño diferente, un adolescente que no encaja y unos buenos padres que lo van moldeando y conteniendo para que sus habilidades salgan a la luz en el momento adecuado porque "la gente teme lo que no puede entender".

La aparición de Superman es forzada por Zod (Michael Shannon), exjefe militar de Krypton, quien después de décadas vagando en el espacio con varios de sus hombres, llega a la Tierra para quedarse en ella. Henry Cavill (como Clark Kent/Superman) es un héroe en construcción, lleno de dudas, compasivo, pero incapaz de soltar los afectos personales que carga y que no dejan de ser para él lo más importante y la razón última de lo que hace.

Las deficiencias del guion aparecen cuando hay que dotar de profundidad no al personaje humano, sino al héroe. El Hombre de Acero puede presumir de un mayor realismo en lo visual y de sepultar por fin las ingenuas tramas de antaño, pero se pierde en la espectacularidad de la acción digital y las secuencias de destrucción descomunal, en las que jamás asoman elementos como el heroismo o el sacrificio que se supone inspiraría su aparición en el mundo.

La historia de David S. Goyer emplea recursos caprichosos, elabora soluciones arbitrarias que presenta con un incomprensible lenguaje de falsa ciencia y sin dramatismo genuino; eso debilita enormemente la película. Bien perfilados en principio, personajes como Jor-El (Russell Crowe) y Lois Lane (Amy Adams) terminan asumiendo roles incompatibles con su naturaleza, aunque el replanteamiento de la relación de esta última con Clark Kent es uno de los aciertos de la trama.

A 35 años de la cinta de Richard Donner, todo se ha vuelto más solemne, pero también más interesante. Los últimos minutos de la película retoman el tono inicial en el que el superhéroe se humaniza y finalmente halla una forma de integrarse. Superman puede ser un gran héroe en el futuro si sus productores encuentran un guion consistente que lo vuelva inspirador más allá de sus habilidades fntásticas y que emplee los efectos especiales como vehículo para narrar y no para apabullar u ocultar la falta de ideas.

 

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