HASTA EL ÚLTIMO HOMBRE

DIRECCIÓN: Mel Gibson
TÍTULO ORIGINAL: Hacksaw Ridge (2016)
PAÍS: Australia, Estados Unidos
GUION: Robert Schenkkan, Andrew Knight
FOTOGRAFÍA: Simon Duggan
MÚSICA: Rupert Gregson-Williams
DURACIÓN: 139 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Mel Gibson es un católico fundamentalista, miembro fundador de la Iglesia de la Sagrada Familia, donde se ofician la misa en latín y se rechazan los acuerdos del Concilio Vaticano II que, entre otros aspectos rechaza la responsabilidad del pueblo judío por la muerte de Cristo.

La referencia no es ociosa pues el protagonista de su más reciente cinta,  Hasta el último hombre, es Desmond Doss (Andrew Garfield), un adventista practicante que guarda el sábado y se niega a empuñar un arma, pero al mismo tiempo cree que debe estar al lado de otros estadounidenses que están dando su vida, peleando en el Pacífico.

Para el protagonista de esta historia, no hay conflicto alguno entre el alistamiento obligatorio y las convicciones religiosas que impiden servir como soldado, sino en ir a la guerra sin ser asignado a tareas ajenas al combate. El punto de Gibson está en ese aspecto de la personalidad del soldado; lo suyo no era una excusa para evitar cumplir con su deber, colocándose en una posición ventajosa respecto al resto de su batallón.

El heroísmo de este joven de 23 años, habilitado como médico en el campo de batalla, emociona porque toca los puntos precisos que conmueven en cualquier relato del héroe improbable, porque el personaje va más allá de lo que sus inclementes superiores le exigían y rescata a al menos 75 soldados durante la batalla para tomar Okinawa.

Cuando los disparos comienzan, sin embargo, no hay ninguna sutileza del realizador. La guerra puede ser peleada por gente buena, incluso capaz de dar su vida para que otro salve la suya, pero es brutal, sangrienta y cruel. Mel Gibson filma una de las más grandes escenas de batalla, precisamente porque no se ahorra la agonía de los cuerpos mutilados tendidos entre el lodo y la ceniza.

Como ha mencionado Fernanda Solórzano, no hay que simpatizar con Mel Gibson ni con sus creencias para reconocer la contundencia de su cine . La repulsa por la crudeza con la que filma la violencia y la muerte es proporcional a la fascinación del director por las figuras dolientes y el sacrificio que se ofrenda.

De ahí que en la última secuencia de Hasta el último hombre, el soldado Doss sea el último hombre en ser bajado por el acantilado por el que él mismo bajo a decenas de compañeros. La diferencia es que en ésta parece haber una mano invisible que lo sostiene, lo consuela y suavemente lo hace descender de su suplicio. 

 
 
 
 
  

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