GÜEROS

DIRECCIÓN: Alonso Ruizpalacios
TÍTULO ORIGINAL: Güeros (2014)
PAÍS: México
GUION: Alonso Ruizpalacios, Gibrán Portla
FOTOGRAFÍA: Damián García
MÚSICA: Tomás Barreiro
DURACIÓN: 106 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

No es usual que el cine mexicano se permita un momento de complicidad con el espectador. La mayoría de sus historias son solemnes, sórdidas; se cree que tienen que serlo si quieren subir a los principales festivales internacionales. En uno de los momentos más afortunados de Güeros, el director Alonso Ruizpalacios se distancia con humor de su propia obra, de manera que se escucha decir a uno de los personajes: “Puto cine mexicano, agarran a unos pinches pordioseros y filman en blanco y negro y dicen que ya están haciendo cine de arte”.

Y efectivamente, Güeros es una historia que transcurre en la Ciudad de México, en un momento indeterminado cerca del presente. Fotografiada completamente en blanco y negro (lo que permite desubicar todo lo que ocurre en pantalla y verlo con otros ojos), en ella hay dos temas que roban la atención de la mayoría gente: una nueva huelga en la UNAM y una nueva edición del reality show de Big Brother.

Sombra y Santos (Tenoch Huerta y Leonardo Ortizgris) son apenas dos de esos estudiantes a los que el paro los ha dejado sin nada qué hacer. Viven en un departamento sin luz, malcomen, vegetan el día entero. Lo único que viene a sacarlos de la monotonía es la llegada de Tomás (Sebastián Aguirre), el hermano menor de Sombra, quien los involucra en la búsqueda de un desconocido y maravilloso cantante, capaz de hacer llorar a Bob Dylan.

Metidos en un viejo Jetta en el cual van de sur a poniente y del centro al oriente de la ciudad en busca de esa leyenda que pudo haber salvado al rock nacional, los protagonistas se hacen cómplices en una automarginalidad compartida a la que suman a Ana (Ilse Salas), la exnovia de Sombra, quien busca su lugar y su valía en el activismo demagógico.

Güeros es el largo vagabundeo de un grupo de jóvenes sin brújula que tanto parecido tienen con Los caifanes de Juan Ibáñez, y que inevitablemente recuerdan la Temporada de patos de Fernando Eimbcke. Pero también es una obra tocada por un humor sutil que asoma en la manera en que una canción de Juan Gabriel enmarca un momento o en la irónica celebridad de desconocidos encerrados en una casa y a los que la televisión sigue mientras no hacen nada.

Pero lo más fascinante de esta película es la cantidad de historias que quedan abiertas o inconclusas, las conversaciones en voz baja que se nos escapan o la música que se queda en unos audífonos de los protagonistas sin que podamos escucharla; en resumen, las posibilidades enormes de cada pequeño relato. Güeros es una experiencia que colma los sentidos, sencilla y bella como un viejo ex libris impreso a una tinta.

 
 
 
 
  

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