Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Con un guion adaptado con mucho acierto y un director que incorpora con la misma habilidad elementos reconocibles de otras cintas, Al filo del mañana se eleva por encima del convencional relato de guerra para convertirse en uno de los blockbusters más interesantes del verano 2014. Con Tom Cruise a la cabeza del elenco, la historia comienza a correr frente a nosotros cuando en Europa se libra una batalla clave para detener una invasión extraterrestre que remite inevitablemente a La guerra de los mundos, de H.G. Wells.

William Cage es un importante oficial del área de relaciones públicas del ejército estadounidense que nunca ha entrado en combate, pero que en medio de una confusión es enviado al frente, aterrorizado y sin ninguna preparación para la guerra. Así, Cruise aparece como la antítesis del hombre de acción que ha interpretado en otras películas, de modo que su suerte no dura más de unos minutos hasta que es asesinado por una de las criaturas invasoras.

De pronto, Cage despierta para descubrir que se encuentra atrapado en un loop temporal, que lo devuelve continuamente al punto en el que es enrolado por la fuerza, obligado a revivir la batalla una y otra vez. Inspirada por las páginas de la novela gráfica de Hiroshi Sakurazaka, All You Need Is Kill, y deudora de Groundhog Day (Harold Ramis, 1993), la cinta nos muestra a un protagonista empeñado en cambiar el rumbo de los acontecimientos en secuencias que por momentos rayan el humor autoparódico, y con un héroe que va perfeccionándose a sí mismo, mejorando sus habilidades de lucha y su carácter de soldado sombrío.

La cinta de Doug Liman es a final de cuentas la historia de un personaje de videojuego del tipo de Call of Duty, que toma conciencia de sí mismo y que sabe que a cada vive-muere-repite, está más cerca a la victoria. No obstante, es hasta que conoce a una soldado llamada Rita Vrataski (Emily Blunt), quien ha pasado por lo mismo, que logrará entender la naturaleza de lo que le ocurre, pero también, con la experiencia sumada de ambos, buscará obtener una victoria y llevar la historia al siguiente nivel.

Pese a que nunca traiciona su lógica interna, los mecanismos de la película de Liman sufren un poco en la reiteración de sus escenas cada vez que William Cage o cualquiera de los otros personajes oprime el botón de reinicio. Sin avergonzarse de su vocación comercial de finales más o menos felices, Al filo del mañana va de a poco construyendo secuencias y escenarios de guerra en los que no impera la confusión visual acostumbrada, sino que más bien sirven al relato de un soldado que para conseguir una sola victoria debe morir muchas veces. Vale la pena verla.