LA FAVORITA

DIRECCIÓN: Yorgos Lanthimos
TÍTULO ORIGINAL: The Favourite (2018)
PAÍS: Irlanda, Reino Unido, Estados Unidos
GUION: Deborah Davis, Tony McNamara
FOTOGRAFÍA: Robbie Ryan
DURACIÓN: 119 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Dicen quienes más conocen del tema, que El príncipe de Maquiavelo es una guía que parte de la premisa de que ejercer la política implica manos sucias; prescribe lo que le parece necesario para mantener en pie el gobierno aun si esto significa violar los principios morales y echar mano de la medidas extremas; la dureza en la política consiste, pues en colocarse por encima de la blandura y los sentimentalismos morales.

Retorcido y agudo relato sobre el ejercicio del poder, con todo y su relativismo moral  y su pragmatismo extremo, La favorita, del realizador griego Yorgos Lanthimos, se centra en el reinado de Ana Estuardo (Olivia Colman) en la Gran Bretaña, pero más específicamente en su relación con Sarah Churchill (Rachel Weisz), su confidente, consejera y, en muchos sentidos, la responsable de numerosas decisiones de la corona.

El contrapeso en esta historia que se propone hablar del poder detrás del poder lo pone Abigail Masham (Emma Stone), una prima de Sarah caída en desgracia, quien llega al palacio como sirvienta, pero que está determinada a recuperar su lugar entre la nobleza, incluso si eso le exige degradarse para ganar el favor de la monarca.

No obstante un diseño de producción y de vestuario precisos, la cinta rehúye todo arcaísmo en el lenguaje con el que se dirige a la audiencia y aun en su narrativa, al desplazar de la escena a los hombres (fatuos y desagradables) como artífices de la política de alto nivel y, en consecuencia, de las grandes traiciones e intrigas palaciegas. Son ellas las que tienen en sus manos el futuro de la nación.

Bordeando por momentos la farsa, el guion de La favorita aporta una mirada despiadada  a la miseria moral de la corte, sus entretenimientos indignos de una taberna, mientras dibuja a la reina como un ser caprichoso e infantil que raya en el patetismo, pero que por momentos deja ver una tragedia profunda, pues se ha convenido de que a lo largo de su vida todo mundo la abandona o muere.

A su vez, esta competencia sucia y despiadada entre las damas por ser la única, la favorita de la soberana, es más que una disputa por celos. Su ambición de poder es distinta, pues una desea investirse de poder para ejercerlo de forma caprichosa, mezquina e indigna, mientras la otra lo quiere para ponerlo al servicio de la grandeza del Estado y, en consecuencia, llenarse de gloria con ello y ver su nombre perpetuarse.

 
 
 
 
       

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