Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

La nueva versión de Eso, dirigida por Andy Muschietti, hace bastante más que rendir un homenaje al espeluznante payaso Pennywise, interpretado en 1990 por Tim Curry, quien se convirtió en el protagonista de varias pesadillas infantiles. Esta nueva adaptación toma de manera menos literal la novela de Stephen King y elabora una efectiva cinta de miedo que, sin embargo, tiene al mismo tiempo notas de una comedia de aventuras y camaradería infantil.

A diferencia de la miniserie de 1990, esta nueva cinta no se ocupa de la vida adulta de sus protagonistas, no va y viene a su infancia mediante flashbacks, sino que se queda ahí, hurgando en los temores juveniles más profundos de un grupo cuyos miembros se sienten todos unos perdedores y que se materializan en un bufón (Bill Skarsgård) cuyo maquillaje acentúa su carácter atemorizante.

El relato se beneficia de esto, pues se sacude la excesiva solemnidad y sobredramatización de la anterior adaptación para introducir diálogos mucho más naturales e incluso con un tono lúdico, más propio de los niños que se insultan haciendo bromas de la madre del otro, tal como hace el bocón Richie Tozier (Finn Wolfhard).

Si bien, quedan cabos sueltos acerca de por qué Pennywise aparece cada 27 años, dejando una estela de tragedias en una pequeña comunidad de Maine, llamada Derry, el realizador es mucho más hábil para mostrar que este ser en realidad se alimenta del miedo y es capaz de asumir la forma que despierte los peores temores de sus víctimas.

Asimismo, es cuidadoso en mostrar el rol que juegan y que no juegan los adultos en la vida de esta pequeña pandilla de supuestos perdedores, pues mientras algunos se muestran simplemente ausentes o indiferentes, dejando a sus hijos en la completa indefensión, otros como el padre de Beverly (Sophia Lillis), la única chica del grupo, resulta ser un tipo desagradable del que sólo se puede huir.

Quizás esa sea la razón de que Eso no sea en estricto sentido una cinta de terror, más allá del miedo que puede despertar el payaso que impone un tono tenso tan pronto aparece en pantalla. Su elenco juvenil es una colección de estereotipos; juntos son la representación de una infancia que va dejando de ser o que les va siendo arrebatada. Ese despertar doloroso se manifiesta como una presencia sobrenatural ante la que hay que ser valientes y a la que hay que enfrentar.