DURO DE MATAR 4.0

DIRECCIÓN: Len Wiseman
TÍTULO ORIGINAL: Live Free or Die Hard (2007)
PAÍS: Estados Unidos, Reino Unido
GUION: Mark Bomback
FOTOGRAFÍA: Simon Duggan
MÚSICA: Marco Beltrami
DURACIÓN: 128 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Héctor Campio López | @campiolopez

El regreso de los héroes de los setenta y ochenta al cine y de aquellos actores que los representaron, puede suscitar una de dos reacciones: pena ajena por su decadencia o reconocimiento por la dignidad con la que retornan. En el primer caso estaría Silvester Stalone y en el segundo Bruce Willis.

En una de las escenas de Duro de matar 4.0, el villano compara al detective John McClane (Bruce Willis) con un reloj de cuerda en plena era digital. Es verdad, las películas de acción ya cambiaron. Las persecuciones de autos entre policías y ladrones, la pirotecnia y los francotiradores ya no son lo importante, son accesorios de historias relacionadas con intrigas internacionales cuyo móvil está ligado a la era informática y, por supuesto, al terrorismo.

Duro de matar 4.0 es una película de acción a la antigüita en la que los villanos quieren robar dinero y el héroe debe impedirlo. Pero eso no la hace una mala cinta dentro de su género. ¿Es repetitiva?, cierto; ¿absurda?, por supuesto; ¿emocionante?, claro que lo es.

En la cuarta película de la serie, el detective tiene que transportar y resguardar a un joven hacker desde la costa este de Estados Unidos hasta el Distrito de Columbia. Un terrorista más ambicioso e hipertecnologizado que Steve Jobs y capaz de controlar semáforos, cámaras de circuitos cerrados y satélites como un dios, trata de eliminarlo a toda costa.

Extraer al héroe McClane del contexto histórico que lo parió y traerlo al siglo XXI es en cierta forma una reivindicación de las extravagancias del género. Sólo un tipo como él, con la playera ensangrentada y apestosa a sudor, puede castigar a criminales que dominan el código binario y se visten como yuppies.

Es claro que McClane ya no tiene la edad para saltar desde un puente de autopista hacia el toldo de un jet que disparó contra su trailer. Tampoco la tiene para aguantar las patadas de karate que le propina una sexy terrorista oriental. Pero a quién le importa. Si su cabello desapareció, pero la actitud de hombre obstinado y resistente a cortaduras, rasponcitos y balas, sigue ahí.

Las situaciones de riesgo en Duro de matar 4.0 hubieran matado a Batman o a cualquier superhéroe menor, pero a McClane le hacen lo que el viento a Juárez. Es una película sin complejidad y muy fácil de disfrutar.
 

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