DOS ABRAZOS

DIRECCIÓN: Enrique Begné
TÍTULO ORIGINAL: Dos abrazos (2007)
PAÍS: México
GUION: Paula Marcovitch
FOTOGRAFIA: Federico Barbabosa
MÚSICA: Antonio Fernández Ros
DURACIÓN: 87 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Si algo puede marcar una diferencia definitiva entre Dos abrazos y otras cintas mexicanas de la actualidad, es que sus personajes existen. Su historia personal no busca ser ilustrativa de nada; no es la violencia de la gran ciudad la que los orilla, no es la corrupción ni la pobreza; lo único que hay tras de ellos es su soledad y cierta incapacidad de conectar con el resto del mundo.

El primer trabajo de Enrique Begné como director, tiene un algo difícil de explicar, que suele estar más presente en la palabra escrita que en el relato cinematográfico; es decir, ciertas frases, ciertas palabras y ciertas imágenes que no empujan necesariamente la historia hacia delante, pero que permiten al espectador llenar los largos silencios que se crean a lo largo de la película.

Con un guion afortunadísimo de Paula Markovitch, quien desgraciadamente no puede evitar ciertos momentos y una o dos frases algo forzadas, Dos abrazos elude los discursos sobre marginación y los problemas de clase, penetrando y retratando con mucha más naturalidad el espacio vital de sus cuatro protagonistas.

Por un lado está Paco (Giovanni Florido), un adolescente que con apenas 13 años tiene que cargar con responsabilidades de adulto, debido al divorcio de sus padres y a la enfermedad de uno de sus hermanos. Entre sus tareas, además de cambiar sábanas, ir a la secundaria y bañar a sus hermanitos, está hacer las compras en el supermercado. En uno de sus tantos viajes al lugar, conoce a Silvina (Maya Zapata), una chica un poco mayor, que trabaja como cajera de un súpermercado y quien pese a su hostilidad realmente llega a simpatizarle.

Joaquín (Jorge Zárate), por su parte, es un hombre sumamente parco y ensimismado que después de dejar a su esposa y sus hijos en provincia, decide trabajar como taxista en la Ciudad de México, donde termina involucrado en la vida de una joven y su padre, luego de que éste sufre un colapso a bordo de su vehículo.

Begné opta por contar las historias de estos encuentros por separado, sin artificiosas colisiones en las que sus vidas terminan por cruzarse y entrelazarse. Se esfuerza en evitar el tono melodramático e incluso parece ubicarse como un observador más de la cotidianidad que sus actores representan tan bien. Son los detalles recogidos de la vida diaria y las expresiones usuales de su reparto las que le dan credibilidad al filme; con excepción del desempeño un tanto desigual de Ximena Sariñana y el rol secundario de Zaide Silvia Gutiérrez, el resto se siente genuino.

Silvina y Paco representan la desdicha de los jóvenes a quienes no les han dado mucha oportunidad de gozar su edad, atados de distinta forma a cargas que no quieren llevar. Joaquín (Zárate, quizás en el mejor papel de su carrera) vive aislado y sobrevive abstraído en una ciudad que no conoce y que no parece devolverle un solo gesto amable.

Dos abrazos es un vistazo a un puñado de vidas anónimas, sin reflexiones pensadas sobre la deshumanización de la urbe, sin sordidez ni violencia como ejes que definen a la metrópoli. Su tratamiento es más sutil; emociones límite como el amor y el odio se quedan en el aire en la ambigüedad esperanzadora que representa el abrazo final de sus personajes. La fotografía de grano abierto como recurso para enmarcar cuadros anímicos, la secuencia que sirve de transición entre una historia y otra, y la claridad de Enrique Begné respecto a los alcances realistas de su primera película han arrojado un producto que si bien aspirará a una taquilla modesta, le valdrá una recomendación como una experiencia emotiva que además se siente sincera.

 
 
 
 
       

CANAL RSS
YOUTUBE
CONTÁCTANOS


DISTRITO CINE. Los contenidos de este sitio están sujetos a una licencia Creative Commons 2.5, con excepción del material (fotos, imágenes, videos) procedente de terceros.