DÉJAME ENTRAR

DIRECCIÓN: Matt Reeves
TÍTULO ORIGINAL: Let me in (2010)
PAÍS: Reino Unido, Estados Unidos
GUION: Matt Reeves; basado en la novela homónima de John Ajvide Lindqvist
FOTOGRAFÍA: Greig Fraser
MÚSICA: Michael Giacchino
DURACIÓN: 117 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Remake del trabajo dirigido apenas en 2008 por el sueco Tomas Alfredson, Déjame entrar traslada a un complejo de departamentos en Nuevo México la historia que originalmente se desarrollaba en un barrio proletario de Estocolmo.

Owen (Kodi Smit-McPhee) es un chico tímido de apenas 12 años, con unos padres en proceso de divorcio, que sufre diariamente las humillaciones de un grupo de abusadores. Su vida experimenta un cambio cuando logra hacer amistad con su nueva vecina Abby (Chloë Grace Moretz), una adolescente más o menos de su misma edad, a la cual sólo ve de noche y cuya llegada coincide con una serie de violentos asesinatos.

No del todo alejado del tono desolado y el ambiente sombrío del filme original, Matt Reeves intenta recrear la monstruosidad y la belleza que se esconden en la inocente relación entre los protagonistas, pero lo logra sólo por momentos. El realizador elimina toda sutileza; la cinta sueca también arriesgaba al elaborar escenas de particular crudeza y brutalidad, pero la nueva versión se permite despreciar la inteligencia de un sector del público al cual se considera incapaz de entender detalles que funcionaban apenas insinuados, con escenas que rayan en la obviedad grosera.

Como obra, Déjame entrar se proponía retratar —además con una economía de recursos notable— la soledad de un muchacho para quien resultaba totalmente irrelevante descubrir que su única amiga en el mundo era una aberración. Esta nueva adaptación actualiza el tema del bullying escolar y logra momentos realmente angustiantes cuando lo aborda (lo que permite subrayar el estupendo casting hecho), pues sus personajes consiguen representar la fragilidad y el abuso de poder de esas relaciones.

No obstante, es de destacar la innecesaria búsqueda de impacto, que irremediablemente pasa por el empleo de recursos efectistas, ominosos acentos auditivos y escenas falseadas por computadora que hablan de la poca fe de Reeves en el poder de una camara bien colocada y un actor bien dirigido. Vale la pena el esfuerzo de buscar y revisar la versión original de esta pélícula, aunque es posible que quienes se acercan por vez primera a la historia encuentren novedosa y conmovedora esta visión del mito vampírico.

 
 
 
 
       

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