DEBERÁS AMAR

DIRECCIÓN: Terrence Malick
TÍTULO ORIGINAL: To the Wonder (2012)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Terrence Malick
FOTOGRAFÍA: Emmanuel Lubezki
MÚSICA ORIGINAL: Hanan Townshend
DURACIÓN: 112 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Dos horas de ocasos, ríos, pastizales, imágenes de ensoñación. De pronto, una historia mínima se mueve en el fondo. Neil (Ben Affleck) y Marina (Olga Kurylenko) se conocen durante un viaje de él a París e inician un romance que se traslada a Estados Unidos, donde viven una temporada juntos, hasta que la visa de ella expira y se ve obligada a volver a Francia en lo que parece ser una ruptura definitiva.

Aparece entonces Jane (Rachel McAdams), una vieja novia con la que Neil se reencuentra y comienza una nueva relación, que al cabo de un tiempo también se acaba. Marina regresa y la historia interrumpida entre ambos sigue. En el límite de la astenia interpretativa, Affleck tiene apenas un par de líneas, mientras que, según el momento que viven, sus novias lloran desdichadas o bailan etéreas en torno a él.

Deberás amar tiene la apariencia de un ejercicio estético y filosófico en el que Terrence Malick hace del vacío existencial el centro de todo. Las mujeres de este universo parecen desesperadas por encontrar la felicidad y la realización en el amor de un hombre, mientras que un cuarto personaje, un sacerdote interpretado por Javier Bardem, luce perdido entre la obligación bíblica de amar a Dios y la imposibilidad de sentir su presencia.

Bella, reiterativa y mastodóntica, la cinta de Malick rehúye la narración convencional. Las imágenes no hablan de lugares ni de personas; son estados anímicos, evocaciones, el recuerdo en pedazos de una vida que adquieren alguna coherencia gracias a frases pronunciadas en off y que describen mayormente la geografía emocional de Marina la real protagonista (“Me sacaste de la oscuridad. Me levantaste del suelo. Me trajiste de vuelta a la vida”).

Es hasta que llega el último compás y la última puesta de sol en la cinta que es posible entender que el viaje introspectivo no es sólo del sacerdote; las palabras dislocadas de Marina que más de una vez se confunden con fragmentos de un discurso amoroso dolido, son en realidad un largo diálogo con Dios (“ábreme, entra en mí, muéstrame cómo amarte”).

Desgraciadamente, no basta decir que esta es una película para quienes disfrutan del cine más contemplativo. Deberás amar exige al espectador armarse de paciencia para bregar entre imágenes y frases inconexas, unirlas y darles sentido.

 
 
 
 
       

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