Héctor Campio López | @campiolopez

Que un director como Steven Soderbergh dirija una cinta sobre el icono revolucionario más conocido de América Latina es muy grato, porque nos permite hacer comparaciones sobre el poder de un buen guion, actuaciones y narración en un tema biográfico. Che: El argentino es como la antítesis de aquella infame película Fidel (2002) de David Attwood.

Es probablemente el mejor acercamiento cinematográfico hecho hasta ahora sobre ese aventurero que se volvió mito, aunque por estar basado en un libro de memorias del Che Guevara tenga que rendir culto a su imagen, su filosofía de vida y sus ideales de revolución.

Para dejarlo claro, la película no es una biografía, sino la traducción cinematográfica de lo que representó el Che para ciertos momentos de la Revolución Cubana. No se dice nada sobre la formación de sus ideales o su historia personal. Incluso se omite profundizar su relación amorosa con Aleida March. Se ve al Che como un combatiente, nada de sensiblerías personales.

El esfuerzo de Benicio del Toro en la caracterización del guerrillero salva incluso los once años de edad que le separan con la del personaje cuando este cruzó la Sierra Maestra. Algunas escenas lo muestran con la piel pegada a los pómulos y el uniforme holgado, otras nos recuerdan los lastimosos ataques de asma del argentino en plena montaña.

El mérito de Soderbergh es retratar la evolución del Che en una línea de tiempo. El proceso guerrillero que lo curtió, que lo transformó hasta ensoberbecerlo. Muy difícil le fue al director despegarse del mito heroico, pero en lo posible muestra, sin ser explícito, los impulsos del hombre, errores militares y contradicciones.

La cinta mezcla principalmente dos momentos históricos: la defensa que hizo el Che Guevara sobre los fusilamientos revolucionarios ante la asamblea de las ONU en 1964 y el periodo comprendido entre la salida del México a Cuba en 1956 para iniciar la revolución y la ruta triunfal hacia La Habana en 1959. Entre ambos momentos, hay un juego de regresiones de tiempo y se mezclan las notas escritas por el Che en sus memorias, todo en voz de Benicio del Toro.

La combinación de escenas documentales y las técnicas que emulan esa misma intención, hacen sentir la película un poco lenta, sin embargo, valen la pena los momentos de tensión en algunos combates en la Sierra Maestra y en especial la batalla en la provincia de Santa Clara. Demian Bichir hace una interpretación sobria del comandante Fidel Castro.